domingo, 15 de marzo de 2015

¿Puntos de convergencia en nuestra Facultad?


Concluyo la semana con dos experiencia que me han caído bien. El viernes una funcionaria, que mucho estimo, me dijo sonriendo “Raso, usted está más allá del bien y del mal”. La frase me dio alegría: quizás la funcionaria quiso simplemente decir que ya era hora de retirarme, pero su sonrisa me hizo pensar en un cumplido y... que podía seguir trabajando.
           
La segunda experiencia fue el jueves: una reunión importante convocada por el Ministro de Trabajo, en la que estaban presentes las Cámaras empresariales y el PIT-CNT, y a la que me invitaron a participar. En esa reunión no se discutió sobre el conflicto, ni sobre los Consejos de salarios o sobre las ocupaciones. Se habló – y la idea es que se seguirá hablando - sobre el dialogo entre las partes. un diálogo en serio, que construya puentes entre empleadores y trabajadores. Marcelo Abdala dijo: “debemos buscar puntos de convergencia”. Lo dijo Marcelo, que no es un sindicalista de retórica fácil o que pueda juzgarse blando. DEBEMOS BUSCAR PUNTOS DE CONVERGENCIA. ¡Que bueno! Salgo de la Coordinación de RRLL, pensaba, e ingreso a otra cancha – más amplia – cuyo objetivo es la promoción de una nueva política de relaciones laborales marcada por el diálogo.

Y, ¿en nuestra Facultad qué? ¿Como valoramos el diálogo entre las agrupaciones y los órdenes de docentes, estudiantes y egresados? ¿Quienes hoy están dispuestos a afirmar: “debemos buscar puntos de convergencia”? Se escuchan ofertas...

En lo personal, veo que en nuestra Facultad se está apostando muy poco al diálogo. Lo digo sin agresividad, pero sí con dolor. Aunque hoy mi única ambición es seguir compartiendo clases con los estudiantes, no puedo ignorar un clima de tensa confrontación en la Facultad, que ignora cualquier posibilidad de diálogo.

Y pensar que somos la Facultad de Derecho, la casa de estudios que debería enseñarnos a prevenir los conflictos, a negociar, a aflojar las tensiones. Temo que en la Facultad de Derecho ya no se apuesta al diálogo y aquellos que buscamos “puntos de convergencia” y momentos de encuentro, seamos considerados unos flecos poco confiables. Mayoría o minoría, amigo o enemigo, conmigo o con los otros, definete: ésta  parece ser la consigna actual.

Un joven docente me confesaba días atrás que es terrible el temor que ellos tienen, porque consideran que si se vinculan a la cátedra de un profesor, automáticamente atraen la disconformidad de otro profesor. ¿Será tan así? ¿El placer y la vocación de estudiar y enseñar se están transformando en miedo?

Una Facultad sin diálogo, una Facultad sin espacios para construir en conjunto, inexorablemente perderá voltaje en un escenario universitario, que crece a ritmos acelerados.

No es un secreto que nací y estudié en Italia hasta la secundaria. En Literatura el libro clásico que estudiábamos era “Los Novios”  (I promessi sposi) de Alessandro Manzoni. Hay una escena imborrable. Renzo, el protagonista de la novela, es un pobre paisano que va  camino al estudio del abogado del pueblo y como no tiene dinero, le lleva de regalo unos pollos vivos que tiene sujetados por las patas. Los pollos con la cabeza hacia abajo se picotean durante el trayecto, olvidando su condición común de estar destinados a la olla del leguleyo. El escritor compara la situación con la naturaleza humana, donde es tan común ver que en los momentos de dificultad, los seres en vez de buscar caminos solidarios, se “picotean” entre ellos.

¿Podremos – conservando cada uno de nosotros sus respectivas posiciones – construir consensos o estamos destinados a terminar en la olla, como los pollos de Renzo? ¿Es posible hoy – en nuestra Facultad de Derecho - encontrar puntos de convergencia?

JR

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