domingo, 22 de marzo de 2015

¿El placer de estudiar?


 Mucho se habla en estos días en nuestra Facultad de la Ordenanza de Grado, aunque creo que  pocos son aquellos que la han leído en su totalidad. Los que hablan de la Ordenanza, se refieren principalmente a la noción de “créditos” – esa nueva y misteriosa moneda universitaria – por la cual cada asignatura tendrá un valor en “créditos”. Desde esta perspectiva  será suficiente escribir al lado de cada asignatura tradicional un número, aplicando una especie de regla del tres, en la que 10 horas de aulas más 5 horas de estudio son un crédito. En pocas palabras, alcanzaría con cambiarle el collar a la asignatura, para haber cumplido con la Ordenanza.
            ¿Es tan así? En realidad la Ordenanza de Grados – que efectivamente prevé un sistema de creditización de las asignaturas – no se limita a ello, sino que lo que busca es un cambio profundo de paradigma pedagógico, que pretende revolucionar la enseñanza  en nuestra Universidad. Los créditos no son el punto de partida, sino el de llegada. Deben modificarse estructuralmente las carreras y – producidos los cambios – éstos se creditizan. Para que haya créditos genuinos, éstos deberán haber sido precedidos por cambios; si no, solo habrá un número escrito con lápiz al lado de cada asignatura.
            ¿Por donde comienza la nueva y revolucionaria orientación pedagógica de la Ordenanza de Grado? ¿Cual es el cambio copernicano que señala? La respuesta es simple: cambian los roles del docente y del estudiante. Ya no es el docente el “sol” del sistema universitario y los estudiantes giran en torno a él, sino que es el propio estudiante quien deviene el centro del sistema de enseñanza.
            Como indica el art. 5 de la Ordenanza, la orientación de la misma está marcada por “la participación activa del estudiante como principal protagonista de su proceso educativo” y con esa orientación “la estrategia pedagógica central será promover la enseñanza activa, en donde se privilegien las experiencias en las cuales el estudiante, en forma individual o en grupos, se enfrente a la resolución de problemas, ejercite su iniciativa y su creatividad, adquiera el hábito de pensar con originalidad, la capacidad y el placer de estudiar en forma permanente y la habilidad de movilizar conocimientos específicos para resolver problemas nuevos y complejos”. Sin placer de estudiar, no es posible hablar de implementación de la Ordenanza de Grado: no lo digo yo, lo dice con claridad el art. 5 de la misma.
            Los principales puntos específicos de la Ordenanza que debemos incorporar en las carreras universitarias son:
            a) Integración de la enseñanza teórica y práctica, permitiendo el desarrollo de las habilidades y destrezas que correspondan al perfil del egresado. La norma expresa que esa integración se lleva a cabo a través de la “permanente articulación” entra la enseñanza teórica y la práctica (art. 5.2).
            b) Especial atención al desarrollo de las capacidades de autoevaluación, cumpliendo principios básicos de validez, confiabilidad y consistencia con los procesos de enseñanza-aprendizaje, y contribuyendo así a la mejora continua de los mismos (art. 5.3).
            c) Se buscará la igualdad de oportunidades educativas, diversificando las modalidades organizativas y el uso de los recursos (art. 5.4).
            d) Las formas organizativas de los procesos de enseñanza no estarán ancladas exclusivamente a la tradicional enseñanza en el aula, sino que podrán incluir cursos semipresenciales, virtuales u otros, horarios múltiples, así como el uso de recursos educativos variados (art. 5.5)
            e) Se estimularán modalidades de enseñanza teórica y práctica, incluyendo una amplia variedad de actividades, tales como talleres, seminarios, laboratorios, clínicas, pasantías, campos experimentales, proyectos, tesinas y experiencias en el área de conocimiento que corresponda (art. 5.6).
            En definitiva la Ordenanza de Grado sustituye el “menú fijo” tradicional de las viejas carreras, por un “menú a la carta”, en que el estudiante descubre el placer de estudiar, porque es él quien construye su propia carrera, según su vocación y según la orientación que pretenda imponer a su vida profesional.
            Tomémonos unos minutos, para leer la Ordenanza y levantarla como bandera de cambio real – y no meramente formal – de nuestra Facultad.

Se adjunta el texto de la Ordenanza:

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