domingo, 28 de febrero de 2016

CONGRESO INTERNACIONAL DE OPORTO 2016

Como ya adelantarmos a estudiantes, egresados y docentes de Relaciones Laborales y Derecho del Trabajo, se desarrollará los días 30 de setiembre y 1º de octubre de este año en la Universidad de Oporto (Portugal) el Primer Congreso Internacional de la Red CIELO. El Congreso analizará las principales transformaciones que se están produciendo enel mundo del trabajo, bajo el Título: "Los actuales cambios sociales y laborales: nuevos retos para el mundo del trabajo".

Importa destacar que a diferencia de otros eventos, no existirán costos de inscripción para los participantes.

A continuación transmitimos el Anuncio Oficial del Congreso, donde podrán clickear sobre las palabras en azul para obtener mayor información:
 

Anuncio Oficial del Congreso Inaugural de la Comunidad CIELO

30 Septiembre - 1 Octubre 2016, Universidade Católica Portuguesa, Oporto (Portugal)

 
Estimados lectores,

Después de meses de preparación, es una alegría enorme el poder anunciar oficialmente la celebración del Congreso Inaugural de nuestra Comunidad CIELO, bajo el título general de “Los actuales cambios sociales y laborales: nuevos retos para el mundo del trabajo”. Dicho Congreso tendrá lugar los días 30 de septiembre y 1 de octubre de 2016, en la sede de la Facultad de Derecho de la reconocida Universidade Católica Portuguesa, y en la maravillosa ciudad de Oporto (Portugal).
Con la inestimable y constante ayuda de los queridos compañeros de la referida Universidad, hemos preparado una página web en la que pueden hallar toda la información relativa a dicho Congreso, como, por ejemplo, los temas a debatir, el envío de propuestas de ponencias, la inscripción y otros aspectos diversos. http://www.direito.porto.ucp.pt/cielo
En cuanto todos somos y hacemos por igual la Comunidad CIELO, esperamos su asistencia al evento y, especialmente, su participación con propuestas de ponencias, que, una vez seleccionadas en atención a criterios de calidad científica, formarán parte del programa final de aquel.
Para cualquier duda, escribir a: comunidad@cielolaboral.com
Información sobre inscripciones: eventos@porto.ucp.pt

Saludos cordiales,

Los Comités Ejecutivos de la Comunidad CIELO
Los Organizadores del Congreso Inaugural


Para adherir a CIELO manda un correo electrónico a comunidad@cielolaboral.com

Manifiesto - Construyamos juntos el futuro del trabajo

Presentación de la Red CIELO

Miembros

domingo, 21 de febrero de 2016

El impacto de Anomalisa



              No me gusta escribir por escribir. Hace falta tema e inspiración. Pero hoy - tema e inspiración - llegan simultáneamente por cuatro vías distintas.
              Un lector de este blog se pregunta/me pregunta: “Si las empresas pretenden ganar eficiencia sustituyendo trabajadores con tecnologías e incrementando así ganancias y desempleo ¿quien comprará sus productos y servicios?”
             Por su parte, un asistente de la catedra, me envía algunas reflexiones del filósofo polaco Zygmunt Bauman: “Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho”. Lo que se consume, lo que se compra “son solo sedantes morales que tranquilizan nuestros escrúpulos éticos... El padre o la madre dedican parte del sueldo a comprar la consola al hijo, porque se sienten culpables al no dedicarles tiempo. Le hacen el regalo, pero el modelo queda obsoleto pronto y se comprometen a facilitarle el siguiente. Para pagarlo necesitarás más éxito profesional, estar más disponibles para el jefe, usar un tiempo que quitarás a tu familia...”.
            El tercer insumo me llega de una periodista del portal Sala de Redacción de UdelaR, que está investigando el “multiempleo” y me pregunta si se aplican los artículos 5, 6 y 7 de la Ley 5.350, que prohíben o limitan severamente el multiempleo. Le contesto que no: los artículos están vigentes, pero no se aplican. No lo entiende mucho, pero así es la realidad. Trato de explicarle.
           Finalmente hoy fui a ver la película “Anomalisa”, un verdadero impacto. La película - nominada al Oscar - habla de los sentimientos humanos: de la soledad, el amor, las angustias de la comunicación cada vez más difícil en nuestra sociedad. Es una película para un público adulto, hay hasta escenas de sexo más o menos explícito. Lo que sorprende es que los actores no son seres de carne y hueso: ¡son muñecos! Más aún: ¡muñecos, que tienen todos la misma cara y la misma voz, salvo Anomalisa!

            ¿Que nos está pasando si necesitamos muñecos para representar nuestras alegrías y nuestros dolores? No es casual que el protagonista masculino de Anomalisa es Michael Stone, un experto en comunicación que dicta conferencias sobre un tema estudiado en nuestras clases: la satisfacción del cliente. Es consciente que sus exposiciones han perdido toda originalidad y ya cree poco en lo que dice. 
            ¡Cuantas anomalías marcan nuestra actual condición humana!, Queremos productos y servicios más baratos y salarios más altos; estamos dispuestos a trabajar donde sea y como sea, aunque el precio es alto: ansiedad, depresión, miedo, trastornos psicosomáticos, etc.; buscamos tranquilidad económica y nos aterra el miedo de quedarnos sin trabajo. 
           La sociedad contemporánea nos muestra un nuevo paradigma que vincula el consumo al éxito y la limitación del consumo al fracaso. Sin embargo, el éxito finalizado al consumo es un éxito precario, líquido (en la terminología de Bauman), inestable: el verdadero éxito tiene que ver con valores vinculados a la sensibilidad, a la ética, a los conocimientos.  
 Mis palabras no convencen a las nuevas generaciones, que con una mentalidad cortoplacista quieren alcanzar esa llamado “éxito”, cuyo instrumento de mesura es el dinero. Así como en la historia de Fausto, el nuevo trabajador – aterrado por los peligros del desempleo – vende su salud al trabajo sin límite, llámese multiempleo, trabajo a la orden, disponibilidad continua, etc. ; Las luchas para la limitación del tiempo de trabajo han quedado atrás. Hoy cuando hablo de la limitación de la jornada de trabajo, parece que invoco costumbres de un pasado lejano, y por lo tanto tengo que justificarme con mis alumnos: “la cuestión es que yo trabajé también en el siglo pasado”. Suspiran y muestran comprensión (... o compasión).

            Me pregunto en que medida debo cambiar el contenido de mis clases. Sigo creyendo en la construcción de un derecho del trabajo modelado en torno a ese trabajador subordinado, que vivía en un mundo – sin riquezas, sin tarjetas de crédito – pero razonablemente seguro, donde cada uno tenía un lugar en la mesa: el empresario, el profesional, el empleado, el obrero. En ese mundo las Instituciones (con mayúscula) contribuían a fortalecer la red de tutelas materiales, sociales y psicológicas. La familia, la religión, la política, los medios de comunicación, la educación pública brindaban seguridades a los individuos. No se conocía el “coaching” de los trabajadores.

            En aquella sociedad de bienestar no era necesario ser ricos: la mayoría de los trabajadores recibía el salario necesario para vivir en familia en condiciones de dignidad y ese mundo premiaba con una jubilación a quienes habían trabajado a lo largo de la vida. En esa realidad era fácil construir solidaridad: solidaridad religiosa, solidaridad política, solidaridad de clase; pero también solidaridad entre jóvenes y ancianos.  En esa dimensión social no existían ni guardias de seguridad privados ni empresas con “servicio de acompañantes”, porque era el Estado que se ocupaba de la seguridad y la familia, la que acompañaba a sus enfermos.
            Temo – como el Michael Stone de Anomalisa –perder credibilidad en mis reflexiones. Me miro al espejo para entender si mi cara está tomando los rasgos de ese muñeco. Parecería que por ahora no. Pero el riesgo es ese: volvernos autómatas, como el último regalo que Stone compró a su hijo.







miércoles, 3 de febrero de 2016

LA CUARTA REVOLUCION INDUSTRIAL



Regreso a las páginas del blog, luego de un período de descanso, preocupado por un tema cada vez más alarmante: las nuevas y más profundas transformaciones del trabajo y su influencia en el derecho del trabajo y las relaciones laborales.


Hace dos semanas se desarrolló en la pintoresca ciudad de Davós, la cumbre anual que lleva su nombre, oportunidad en la que Jefes de Estado, especialistas de economía, líderes empresariales, periodistas e intelectuales analizan los problemas más apremiantes que enfrenta el mundo.
El Foro de Davós se reúne desde el año 1991 y si bien es considerado una expresión de la visión empresarial en la época actual y responsable de las políticas neoliberales de los años ’90, debe admitirse que es seguido con atención por los políticos y operadores económicos de todo el mundo.
Los datos de la edición 2016 indican que “al menos siete millones de empleos pueden perderse en los próximos cinco años por las transformaciones, que la Economía mundial va a padecer y que el Foro Económico Mundial denomina la “cuarta revolución industrial” (ver Diario La Vanguardia – Periódico catalán de Economía).
¿Que alcance tendrá una cuarta revolución industrial?
Recordemos que en las relaciones laborales es habitual hablar de tres revoluciones industriales:
a) la del primer maquinismo, en 1766 cuando James Watts inventó la máquina a vapor;
b) la segunda revolución industrial – a partir de 1915 – con la difusión de los criterios de producción del taylorismo-fordista;
c) la tercera revolución industrial, a partir de los años ’80 del siglo pasado, marcada por las nuevas tecnologías de la comunicación, que permitieron la tercerización de la empresa tradicional, el teletrabajo y la expansión de nuevas formas de trabajo independiente o semi-independiente.
El informe de Davos 2016 anuncia dos tendencias que estarían marcando la nueva (¿cuarta?) revolución industrial: a) la automatización, que hará perder aproximadamente siete millones de empleos “de oficina”; b) el desarrollo en las áreas de inteligencia artificial, robótica, nanotecnología e impresión 3D.
Las nuevas tecnologías permitirán crear en esos sectores dos millones de nuevos puestos de trabajo. La matemática es sencilla: en el sector “oficinas” cinco millones de trabajadores perderán su empleo y con ello su salario, su estabilidad, sus expectativas de una seguridad social digna.

Seguramente las proyecciones en todo el sistema global de relaciones laborales alcanzarán cifras angustiantes, difíciles de prever
Si bien podemos discrepar con las ideas económicas del Foro de Davos, sus conclusiones en materia de desaparición de puestos de trabajo nos parecen compartibles. Y no nos hagamos ilusiones: esas pérdidas afectarán a nosotros, a nuestras familias, a nuestra sociedad. Es cierto, habrá quienes saldrán favorecidos. Seguramente serán aquellos que por los estudios realizados y por competencias específicas tendrán acceso a los nuevos trabajos. Pero la gran mayoría quedará barrida por un progreso cuya rapidez no permite la recalificación adecuada de millones de trabajadores.
Mi sensación es que la cuarta revolución industrial bajo el ropaje de la modernidad nos retrotraerá a los comienzos del primer maquinismo, con la única diferencia que ya no será el capital material el principal símbolo del poder y la riqueza, sino el capital intelectual, los conocimientos, las habilidades personales, en un mundo que se construirá a partir de un exacerbado individualismo, defendido como expresión de una nueva ética del progreso: éxito para los fuertes; exclusión, pobreza e ignorancia para los débiles.
¿Es ese el triste y recurrente destino de la humanidad. ¿Como prepararnos, como reaccionar a la cuarta Revolución industrial? ¿Como el derecho del trabajo y las relaciones laborales podrán construir solidaridad entre trabajadores por una fuerte autonomía personal?
Y moviéndonos con criterios menos intelectuales y más realistas: ¿como se protegerán los derechos elementales a la vida, a la salud, a la alimentación de sectores cada vez más amplios de desempleados? ¿Cual será la proporción entre empleador activos y pasivos (desempleados y ancianos) en nuestros sistemas de seguridad social?
(esta historia – como suele decirse - seguirá).