domingo, 29 de noviembre de 2015

NO LLORES POR MI...



En estos días de cambio político en Argentina, recuerdo la canción «Don't Cry for Me Argentina», creada en 1976 por Andrew Lloyd Webber (el mismo autor del “Fantasma de la Opera) para su musical Evita.
            No logro procesar todavía las noticias que llegan desde Argentina, dividida entre el populismo kirchneristas y el aparente neoliberalismo del futuro presidente Macri. Los anuncios sobre el nuevo gabinete muestran un gobierno de "Ceos", que anuncia como objetivo lograr una Argentina con deficit “0”. Por su parte, Cristina Kirchner afirma que un país no se mide por su deficit, sino por las políticas de inclusión y exclusión de los ciudadanos.


El nuevo Ministro de Trabajo será el diputado Jorge Triaca, hijo del dirigente gremial y político Jorge Alberto Triaca, que dirigió la misma cartera durante la presidencia de Carlos Menem entre 1989 y 1992: todo un mensaje. Deja la cartera del trabajo Carlos Tomada, luego de una gestión sin críticas en los dos últimos gobiernos.
            No tengo el don de prever el futuro de Argentina, pero seguramente no será fácil. De muestra va un hecho curioso ocurrido, luego del resultado electoral.
            El lunes 23 el diario la Nación publicó un editorial titulado “No más venganza”, en el que la Dirección del diario expresa que debe resolverse “la situación de padecimiento de condenados, procesados y sospechosos de la comisión de delitos cometidos durante los años de la represión subversiva”.
            La respuesta de los trabajadores del propio diario – reunidos inmediatamente en asamblea – no se hizo esperar:
Comunicado de los trabajadores
La Asamblea de Trabajadores de Prensa y Gráficos de LA NACION y sus respectivas comisiones internas difundieron ayer el siguiente comunicado
Los trabajadores de S.A. LA NACION le decimos no al editorial que, con el título "No más venganza", se publicó este lunes 23 de noviembre en la página 32 del diario.
Quienes trabajamos en el diario LA NACION, en las revistas que edita la empresa, en las versiones online de todos los productos periodísticos, entendemos que la vida democrática implica la convivencia de distintas ideas, proyectos e identidades políticas. Convivimos entre estas paredes trabajadores que expresamos esa diversidad y desde nuestras diferencias construimos un sentido común.
Desde esa diversidad rechazamos la lógica que pretende construir ese editorial, que en nada nos representa, al igualar a las víctimas del terrorismo de Estado y el accionar de la Justicia en busca de reparación en los casos de delitos de lesa humanidad con los castigos a presos comunes y con una "cultura de la venganza".
Los trabajadores del diario LA NACION les decimos sí a la democracia, a la continuidad de los juicios por delitos de lesa humanidad y le decimos no al olvido.
Por memoria, verdad y justicia.
Un futuro complejo, como decía, que nadie puede claramente definir..

domingo, 15 de noviembre de 2015

LA APP-EMPRESA: ¿Y AHORA QUÉ?



Dicen que fue el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, quien refirió a Mario Benedetti el texto de un graffiti extraordinario en un muro de Quito: “Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”.
En estos días he seguido de cerca la posible presencia en nuestro país de UBER, la empresa internacional que proporciona a sus clientes una red de transporte a través de una “aplicación móvil” (“app”), conectando los pasajeros con conductores independientes de vehículos.
La primera vez que presté atención a la expresión “aplicación” fue en abril de este año: en un curso de posgrado en la ORT. Pregunté a los estudiantes: “¿Como imaginan el futuro en las relaciones laborales?”. Un ingeniero contestó inmediatamente: “Un futuro regulado por aplicaciones”. Sonreí, sin entender mucho, pero desde ese momento comencé a comprender que estamos rodeados de aplicaciones: Netiflix, Spotify, Whatsapp, Pedidos Ya son expresiones de en una realidad que se multiplica vertiginosamente.
Pero ha sido indudablemente el fenómeno UBER, que me ha hecho entender en esta última semana - brutalmente - el significado de los cambios que en las relaciones laborales aparejarán las “aplicaciones”. Tomé conciencia que veo seriales en Netflix o escucho música en Spotify, y que ya no piso un Videoclub o una disquería. Se abre un futuro que permite imaginar que dentro de dos años habremos vendido nuestros autos, porque será más económico y cómodo tener un auto con chofer a disposición, convocado inmediatamente por celular.
En el diario de la mañana leo que la Patronal de taxímetros recauda fondos y prevé acciones durísimas contra la implementación de UBER. Sonrio y recuerdo el movimiento Luddista, conformado por aquellos obreros que a fines del siglo XVIII y guiados por el obrero tejedor Ned Ludd pretendian destruir las máquinas a golpes de martillo.
Lo que hagamos contra las aplicaciones podrá detenerlas meses, quizàs uno o dos años, pero es evidente que arrasarán como un tsunami las relaciones laborales contemporáneas.
Pienso a lo estudiado e investigado en los últimos treinta años con relación a la tercerización de la empresa. Probablemente dentro de una década recordaremos la empresa tercerizada como una expresión del pasado, así como hoy recordamos el industrialismo como una etapa de la evolución de la historia del trabajo.
La revolución de las aplicaciones significa la aparición de una nueva empresa – la app-empresa – que ha perdido toda materialidad. Como por arte de magia, la empresa desaparece de todo lugar físico y se coloca en la “nube”, algo nuevo para nosotros: detrás de este proceso se esconde la más avanzada forma de irresponsabilidad global en la esfera laboral.
¿Que hacer? ¿Como actuar? ¿Como disciplinar las aplicaciones al derecho de cada país con una realidad, que difícilmente podremos controlar?
Éstas – las aplicaciones – tienen un mensaje seductor y engañoso: nos hacen sentir importantes como consumidores y apuntan a nuestro perfil más individualista: pagar menos, disfrutar más, acceder a lo nuevo. Pero olvidamos que, además de consumidores, somos trabajadores. Si no imaginamos rápidos cambios de estrategia en las relaciones laborales, el futuro marcará cada vez más consumidores, que ya no podrán consumir, porque perdieron su trabajo.
No tengo respuestas inmediatas: nos cambiaron las preguntas. Hay que replantearse todo de vuelta: el trabajo, las tutelas laborales, la distribución de la renta, la contención social. Más que celebrar la llegada de las aplicaciones, el momento obliga a pensar rápidamente para entender y enfrentar el futuro inmediato de las relaciones laborales. Agrego: esto no es un tema de trabajadores o sindicatos; es un temas de todos: Estado, trabajadores, sindicatos y empresas (especialmente las pequeñas y medianas, que son siempre nacionales).