jueves, 31 de diciembre de 2015

Cinco minutos para la cuenta atrás...

            Comencé en febrero con este “blog”: una experiencia absolutamente nueva para mi, pero que me ha deparado a lo largo del año el necesario estímulo para la reflexión y me ha permitido mantener el contacto con estudiantes, docentes, amigos universitario de éste y otros países.

            El blog a veces se duerme, otras veces es muy exigente, como ahora: cuando ya falta muy poco tiempo para los últimos minutos de este año 2015.

Mientras escribo, canta el conjunto Mecano, cuya música (años noventa) no he dejado de escuchar pese a que hoy sus tres componentes – Ana, José y Nacho – estén separados:
"... cinco minutos más para la cuenta atrás.
hacemos el balance de lo bueno y malo
cinco minutos antes de la cuenta atrás.
Marineros, soldados, solteros, casados,
amantes, andantes y alguno que otro
cura despistao..."
 

Mi última reflexión del año no será sobre lo que ha acontecido en el 2015 en materia de relaciones laborales: sobre ello algunas de las entradas del blog transmiten mis opiniones. Quiero en cambio dedicar estas líneas al nuevo año, que - por lo menos en materia de relaciones laborales - impone temores.

La idea no es mía, sino de mi querido profesor de la Universidad de Bologna, Umberto Romagnoli, quien a fines de octubre de este año afirmó: se cierra una fase histórica de las relaciones laborales y nos encontramos en el medio de una transición densa de incógnitas.
            Los fenómenos nuevos de las “aplicaciones” están revolucionando el mundo del trabajo; los acelerados cambios tecnológicos vuelven obsoletas las calificaciones profesionales del pasado; seguimos estudiando con la mirada hacia atrás, sin prepararnos hacia un futuro, que es difícil definir y “aprehender” (...con la “h”). Un futuro que está esperándonos detrás de la puerta y que como dice el profesor italiano, está cargado de incógnitas.
            Adrián Todolí Signes, del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Valencia, escribe: “Las nuevas plataformas virtuales están cambiando la forma en la que se presta servicios. La tecnología está trasformando las organizaciones empresariales de forma que el trabajador subordinado es menos necesario. Un nuevo tipo de empresas –“on demand economy” “uber economy”– se dedican a conectar al cliente directamente con el prestador de servicios. De esta forma, estas compañías desarrollan su principal actividad a través de trabajadores autónomos. En este contexto, el Derecho del Trabajo se enfrenta a su mayor desafío, teniendo que regular una realidad muy diferente a la existente en el momento en el que fue creado”.
Hemos recordado hace algunas semanas que la metamorfosis del trabajo muestra una nueva empresa, que logra desprenderse de toda materialidad: nada de fábricas u oficinas, nada de máquinas, nada de... trabajadores. La empresa virtual llega, para quedarse y muchos miran el fenómeno desconcertados y silenciosos.
Leo en el portal de AEBU sobre la ley de inclusión financiera y la sensación que tengo como lector es que la ley es buena en opinión del sindicato, quizàs porque subyace la idea que una mayor bancarización conducirá a más puestos de trabajo. Pero me pregunto – y con el mayor respeto para un sindicato que mucho estimo -  ¿alguien se ha preguntado si la ley de inclusión financiera no es el primer paso hacia el “banco virtual”? Yo cobro mi sueldo de facultad a través de una cuenta, lo retiro con la tarjeta de débito en un cajero o con esa tarjeta pago directamente el supermercado. En el recorrido de “mi sueldo” ya no veo seres humanos. sino solo máquinas. El salto al “banco” inmaterial es ya cuestión de meses o de muy pocos años.
            Ante cambios cargados de incógnitas, hay que prepararse y mirar de cara hacia el futuro. La peor estrategia es paralizarse o mirar hacia atrás; o pedir “pan y trabajo” a San Cayetano. La única opción estratégica que imagino es estudiar, formarse, recalificarse; abandonar la “zona de confort” en la que confiamos y lanzarnos hacia nuevos desafíos; en todo caso desafíos múltiples, porque posiblemente ya no podremos vivir de un solo trabajo. No “pan y trabajo”, sino “estudio y trabajo” es el desafío del nuevo año: para todos: para el docto y el ignorante, el profesor y el estudiante, el empresario y el obrero.
            En el nuevo juego de las relaciones laborales, quien no se capacite (y rápidamente), pierde. Como en el Juego de la Oca, podrán advertirnos: retroceda a la casilla 1.
            Para todos los compañeros que lleguen hasta esta línea de mi reflexión, envío mi mejor augurio: no arruguemos antes las incógnitas. ¡Recibamos el 2016 como nuestra oportunidad de un año de verdaderos cambios y desafíos! 

domingo, 20 de diciembre de 2015

Visita del Director General de la OIT a Montevideo: ¿un paso adelante en el diálogo social?



La semana pasada visitó Montevideo el Director General de la OIT Guy Ryder, quien participó de diversas actividades organizadas por la Presidencia de la República y el Ministerio de Trabajo. 

            El momento de mayor destaque fue la conferencia que brindó en la Presidencia de la República con el título de "Predecir lo impredecible: el futuro del trabajo", que podrán seguir en este link de youtube:  

            
 También fue la oportunidad para que los principales representantes de las Cámaras de Industria, de Comercio y Servicios, del PIT-CNT y del Poder Ejecutivo firmaran el “acuerdo marco” sobre iniciativa comunes en una política de consenso tripartito. El Director General de la OIT elogió a Uruguay, que calificó como un un país en el que "se practica" el diálogo social y eso lo convierte en un ejemplo para otros, dijo el miércoles en Montevideo el presidente de la Organización Internacional del Trabajo”.


Por su parte, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, presente en el acto y firmante del acuerdo, señaló la importancia de que Uruguay reciba el reconocimiento de la OIT por su trabajo por el diálogo social y los derechos laborales.
        Estuvieron también presentes en el evento el Vicepresidente Raúl Sendic, y el Director Regional para América Latina y el Caribe de la OIT, José Manuel Salazar.
        La firma del acuerdo marco debe considerarse un momento de importancia en tiempos  conflictivos de las relaciones laborales en nuestro país. También es cierto que hemos vivido un año, en que se conjugaron la aprobación del presupuesto quinquenal y una ronda importante de los Consejos de Salarios, por lo cual el clima de conflicto era de alguna manera previsible.
       Pasado este año “difícil”, el augurio es que efectivamente el próximo año muestre un escenario de dialogo social entre los actores, y que el mismo no sea solo una expresión edulcorada y retórica “para la foto”. Toda vez que se habla de “dialodo social” (expresión hermosa si las hay), siempre compruebo una doble actitud: amplia aprobación teórica y escaso compromiso. La dificultad del diálogo social está es su propia naturaleza: implica transacciones  y en ellas cada uno ve más fácilmente lo que pierde, y no lo que se gana.
            Sin embargo creemos firmemente que el diálogo social es una herramienta real de cambios efectivos y de construcción de consensos básicos, para hacer posible el equilibrio entre los distintos poderes de la sociedad.
            Confiemos que la firma de este acuerdo marco de diálogo social implique mucho más que una linda foto.


domingo, 29 de noviembre de 2015

NO LLORES POR MI...



En estos días de cambio político en Argentina, recuerdo la canción «Don't Cry for Me Argentina», creada en 1976 por Andrew Lloyd Webber (el mismo autor del “Fantasma de la Opera) para su musical Evita.
            No logro procesar todavía las noticias que llegan desde Argentina, dividida entre el populismo kirchneristas y el aparente neoliberalismo del futuro presidente Macri. Los anuncios sobre el nuevo gabinete muestran un gobierno de "Ceos", que anuncia como objetivo lograr una Argentina con deficit “0”. Por su parte, Cristina Kirchner afirma que un país no se mide por su deficit, sino por las políticas de inclusión y exclusión de los ciudadanos.


El nuevo Ministro de Trabajo será el diputado Jorge Triaca, hijo del dirigente gremial y político Jorge Alberto Triaca, que dirigió la misma cartera durante la presidencia de Carlos Menem entre 1989 y 1992: todo un mensaje. Deja la cartera del trabajo Carlos Tomada, luego de una gestión sin críticas en los dos últimos gobiernos.
            No tengo el don de prever el futuro de Argentina, pero seguramente no será fácil. De muestra va un hecho curioso ocurrido, luego del resultado electoral.
            El lunes 23 el diario la Nación publicó un editorial titulado “No más venganza”, en el que la Dirección del diario expresa que debe resolverse “la situación de padecimiento de condenados, procesados y sospechosos de la comisión de delitos cometidos durante los años de la represión subversiva”.
            La respuesta de los trabajadores del propio diario – reunidos inmediatamente en asamblea – no se hizo esperar:
Comunicado de los trabajadores
La Asamblea de Trabajadores de Prensa y Gráficos de LA NACION y sus respectivas comisiones internas difundieron ayer el siguiente comunicado
Los trabajadores de S.A. LA NACION le decimos no al editorial que, con el título "No más venganza", se publicó este lunes 23 de noviembre en la página 32 del diario.
Quienes trabajamos en el diario LA NACION, en las revistas que edita la empresa, en las versiones online de todos los productos periodísticos, entendemos que la vida democrática implica la convivencia de distintas ideas, proyectos e identidades políticas. Convivimos entre estas paredes trabajadores que expresamos esa diversidad y desde nuestras diferencias construimos un sentido común.
Desde esa diversidad rechazamos la lógica que pretende construir ese editorial, que en nada nos representa, al igualar a las víctimas del terrorismo de Estado y el accionar de la Justicia en busca de reparación en los casos de delitos de lesa humanidad con los castigos a presos comunes y con una "cultura de la venganza".
Los trabajadores del diario LA NACION les decimos sí a la democracia, a la continuidad de los juicios por delitos de lesa humanidad y le decimos no al olvido.
Por memoria, verdad y justicia.
Un futuro complejo, como decía, que nadie puede claramente definir..

domingo, 15 de noviembre de 2015

LA APP-EMPRESA: ¿Y AHORA QUÉ?



Dicen que fue el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, quien refirió a Mario Benedetti el texto de un graffiti extraordinario en un muro de Quito: “Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”.
En estos días he seguido de cerca la posible presencia en nuestro país de UBER, la empresa internacional que proporciona a sus clientes una red de transporte a través de una “aplicación móvil” (“app”), conectando los pasajeros con conductores independientes de vehículos.
La primera vez que presté atención a la expresión “aplicación” fue en abril de este año: en un curso de posgrado en la ORT. Pregunté a los estudiantes: “¿Como imaginan el futuro en las relaciones laborales?”. Un ingeniero contestó inmediatamente: “Un futuro regulado por aplicaciones”. Sonreí, sin entender mucho, pero desde ese momento comencé a comprender que estamos rodeados de aplicaciones: Netiflix, Spotify, Whatsapp, Pedidos Ya son expresiones de en una realidad que se multiplica vertiginosamente.
Pero ha sido indudablemente el fenómeno UBER, que me ha hecho entender en esta última semana - brutalmente - el significado de los cambios que en las relaciones laborales aparejarán las “aplicaciones”. Tomé conciencia que veo seriales en Netflix o escucho música en Spotify, y que ya no piso un Videoclub o una disquería. Se abre un futuro que permite imaginar que dentro de dos años habremos vendido nuestros autos, porque será más económico y cómodo tener un auto con chofer a disposición, convocado inmediatamente por celular.
En el diario de la mañana leo que la Patronal de taxímetros recauda fondos y prevé acciones durísimas contra la implementación de UBER. Sonrio y recuerdo el movimiento Luddista, conformado por aquellos obreros que a fines del siglo XVIII y guiados por el obrero tejedor Ned Ludd pretendian destruir las máquinas a golpes de martillo.
Lo que hagamos contra las aplicaciones podrá detenerlas meses, quizàs uno o dos años, pero es evidente que arrasarán como un tsunami las relaciones laborales contemporáneas.
Pienso a lo estudiado e investigado en los últimos treinta años con relación a la tercerización de la empresa. Probablemente dentro de una década recordaremos la empresa tercerizada como una expresión del pasado, así como hoy recordamos el industrialismo como una etapa de la evolución de la historia del trabajo.
La revolución de las aplicaciones significa la aparición de una nueva empresa – la app-empresa – que ha perdido toda materialidad. Como por arte de magia, la empresa desaparece de todo lugar físico y se coloca en la “nube”, algo nuevo para nosotros: detrás de este proceso se esconde la más avanzada forma de irresponsabilidad global en la esfera laboral.
¿Que hacer? ¿Como actuar? ¿Como disciplinar las aplicaciones al derecho de cada país con una realidad, que difícilmente podremos controlar?
Éstas – las aplicaciones – tienen un mensaje seductor y engañoso: nos hacen sentir importantes como consumidores y apuntan a nuestro perfil más individualista: pagar menos, disfrutar más, acceder a lo nuevo. Pero olvidamos que, además de consumidores, somos trabajadores. Si no imaginamos rápidos cambios de estrategia en las relaciones laborales, el futuro marcará cada vez más consumidores, que ya no podrán consumir, porque perdieron su trabajo.
No tengo respuestas inmediatas: nos cambiaron las preguntas. Hay que replantearse todo de vuelta: el trabajo, las tutelas laborales, la distribución de la renta, la contención social. Más que celebrar la llegada de las aplicaciones, el momento obliga a pensar rápidamente para entender y enfrentar el futuro inmediato de las relaciones laborales. Agrego: esto no es un tema de trabajadores o sindicatos; es un temas de todos: Estado, trabajadores, sindicatos y empresas (especialmente las pequeñas y medianas, que son siempre nacionales).