Me aparto de consideraciones sobre las relaciones laborales
y hago un “pare” en mi blog. Hoy - 18 de agosto de 2020 - se cumplen 100 años
del nacimiento de una de las más grandes voces de la poesía de América Latina:
Idea Vilariño.
La conocí en 1967: había vuelto definitivamente al país de
mis padres y luego de un largo y difícil proceso de reválida, me inscribí en el
IAVA (el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo), “obligado” (así lo percibía yo) a
tener que cursar un último año en la secundaria uruguaya. Venía de un
prestigioso liceo (público) de Italia y poco sabía de la educación uruguaya y
en especial del IAVA.
Hoy agradezco ese proceso de reválida que me permitió
conocer - en un breve pasaje - ese extraordinario centro de estudios, donde estuve en contacto con docentes prestigiosos.
Entre ellos: Idea Vilariño.
Mis padres conocían al hermano Numen, pianista, que estudiaba
en un conservatorio en Italia y frecuentaba regularmente nuestra casa. Ese
hecho me hizo pensar que Idea me trataría con mayor afabilidad. Pero no fue
así: era una profesora que podría calificar como “dura”, distante, con una veta
de tristeza permanente en sus ojos. Enseñaba textos muy alejados de esa edulcorada
literatura aún decimonónica, que yo había estudiado en Europa. No fue fácil
salvar ese examen, pero si hoy recuerdo a mi profesora, es porque esa enseñanza
áspera y profunda que transmitió a sus alumnos del IAVA en la asignatura de Literatura, cambió mi visión sobre
los contenidos verdaderos de la literatura y la poesía.
Hoy para mi Idea Vilariño, además de la voz poética que se
eleva sobre tantas otras voces, es el símbolo de un país, que mostraba la
educación pública como la máxima expresión de la formación democrática de sus
habitantes. La educación pública no era un plan B, visión que lamentablemente
se ha ido difundiendo en esta posmodernidad líquida. La educación pública era
para estudiantes privilegiados dispuestos a aceptar el desafío de la más
difícil y ardua formación en el país. La educación pública (en el exterior y en
Uruguay) fue también el símbolo de la mayor expresión de democracia: aquella
democracia, que comienza entre compañeros de diferentes ámbitos económicos y
sociales, y se consolida en un aprendizaje común.
Hoy - muchos años después - vuelvo a imaginar esa mujer delgada, de mirada penetrante y voz algo ronca, que además de tantas otras cosas, sigue siendo para mi una de las más altas expresiones de la docencia republicana y democrática.
Gracias Juan, un abrazo
ResponderBorrarGracias por el recuerdo de la educación pública en una época en que se aprendía y se disfrutaba de referentes en todas las áreas, de las que Idea Vilariño es una expresión viviente. Mi generación fue totalmente privilegiada.
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