domingo, 10 de mayo de 2020

UN PACTO SOCIAL PARA “EL DÍA DESPUES”


En una entrevista reciente, la Ministra de Economía, Azucena Arbeleche, ante la pregunta “¿Qué es lo que más le preocupa hoy?”, contestó: “Sin dudas que el empleo”, reiterando y enfatizando a continuación “sin dudas el empleo”.
Sabemos poco cómo será el “día después” de la pandemia, pero coincido en la afirmación que el principal problema que tendrá el país será la cuestión del empleo, y todo lo que rodea el mismo en épocas de crisis: salarios, inflación, informalidad, desocupación, caída brusca del consumo, etc. A la precarización del trabajo dependiente, se unirá en este caso la crisis de las pequeñas empresas, el cuentapropismo y el trabajo de la “economía pobre” o “gig economy”, como les gusta decir a los ingleses.
Los tres principales actores del sistema de relaciones laborales - Estado, organizaciones de empleadores y organizaciones de trabajadores - serán seguramente compañeros de desventura en este camino hacia la crisis del empleo. Porque si bien es claro que los primeros perjudicados serán los trabajadores, no es menos cierto que las empresa sufrirán la reducción del consumo y seguramente serán llamadas - antes o después - a financiar las soluciones asistenciales o previsionales que necesariamente se promuevan para amortiguar la crisis. Por su parte el Estado deberá seguir pagando jubilaciones, pensiones y subsidio con una menor base contributiva, sin excluir mayores cargas derivadas de extensiones del seguro de desempleo y fórmulas diversas de rentas básicas (como ya hemos visto con el subsidio a los monotributistas).
Ray Kroc, el hombre que llevó  Mac Donalds a nivel planetario, popularizó la imagen del “Empleado del Mes”, colgando a la pared la foto del joven o la joven apuestos y sonrientes, que había merecido es reconocimiento. Pero debajo Ray escribía: “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”. La frase siempre me marcó, porque estaba dirigida precisamente al “Empleado del Mes”. El mensaje era claro: “Has sido muy bueno y por eso colgamos tu foto, pero no te la creas. Todos juntos podemos más que tu”.
Solo podremos salir adelante "el día después" si buscaremos soluciones “todos juntos”. De ahí la necesidad de un Pacto Social a nivel nacional con participación de los actores sociales y de los partidos políticos, que permita enfrentar en las mejores condiciones posibles la salida de la crisis. En momentos como el actual, recuerdo esa gran expresión de identidad nacional - hoy olvidada - que se denominó CONAPRO (Concertación Nacional Programática) y con la cual salimos “todos juntos” de esa otra gran pandemia que fue la dictadura.
¿Que significación tiene un Pacto Social? Considero el mismo como el necesario instrumento para operar una equitativa distribución de sacrificios a nivel nacional. Está claro que todos estaremos peores el día después: los mercados globales se deteriorarán, la inflación probablemente ascenderá, los costos del Estado aumentarán, las políticas fiscales deberán recurrir al endeudamiento externo e interno.
La crisis inevitablemente golpeará al contribuyente, al empresario, a los trabajadores, al Estado. Pensemos que un país que vive del turismo y de los negocios con el exterior, ha perdido (ojalá por  muy breve tiempo) conectividad con el exterior, salvo las esporádicas apariciones en la pista de Carrasco de la empresa Amaszonas.
No soy ingenuo: no es fácil un pacto en el actual momento político y social. Pero un acuerdo nacional  se vuelve hoy indispensable no como utópica expresión de concordia nacional, sino como método racional para compartir entre todos las cargas y dificultades, y poder salir en tiempos breves del impacto del momento. Un pacto social no es otra cosa, en definitiva, que una gran transacción entre todos los actores sociales y políticos, donde cada uno esté dispuesto a conceder “algo” a cambio de “algo”: aunque las transacciones generalmente no despierten entusiasmos, hoy más que nunca son necesarias  “recíprocas concesiones”.
La estabilidad económica y social del país - que es en definitiva el sustento de su estabilidad democrática - reclama una necesaria política de consensos, porque como decía el viejo Ray, “ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos

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