El
1° de Mayo de 1886 era sábado, un hermoso sábado soleado en el que las
organizaciones de sindicatos de los Estado Unidos convocaron a una campana
nacional de huelga y manifestaron en reclamo de la jornada de 8 horas. Brillaba
el sol ese día en Chicago, donde 40.000 obreros encabezados por Albert Parson,
desfilaron orgullosos por la ciudad. Fue una espléndida y pacífica jornada de
acción sindical. Nada más aconteció el 1° de mayo.
Pero
el 3 de mayo, la Fábrica Mc
Cormick, cuyos trabajadores estaban en huelga desde hace dos meses, contrató
rompehuelgas. Hubo enfrentamientos entre huelguistas, rompehuelgas y policías,
con un resultado de seis obrero muertos.
Contra
este hecho de violencia, los trabajadores manifestaron el día 4 de mayo en la Plaza Haymarket
contra los hechos de violencia. Intervino la policía para reprimir y en los
incidentes estalló una bomba que mató un policía. La respuesta fue una balacea sobre la multitud con el
resultado de 38 trabajadores muertos.
Los
líderes de ese movimiento fueron enseguida encarcelados. Recordemos sus
nombres: los norteamericanos Parson y Neebe, el inglés Fielden, y los alemanes
Spies, Shwab, Fisher, Lingg y Engel. La mayoría eran obreros europeos que - en
el norte como en el sur de nuestro continente - junto a la miseria trajeron
ideas, rebeldía y cultura obrera.
Luego
de un escandaloso proceso, fueron ejecutados Parson, Spies, Fisher y Engel, mientras
Lingg se suicidó en la cárcel. Pero estas muertes no fueron en vano y
constituyeron la semilla de un movimiento sindical que crecería en el mundo en
defensa de los derechos de los trabajadores.
Uno
de los jurados, cuando se le argumentó la inocencia de los acusados, confesó:
"Los colgaremos lo mismo. Son hombres demasiado sacrificados, demasiado
inteligentes y demasiado peligrosos para nosotros".
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