martes, 19 de febrero de 2019

100 AÑOS DEL NACIMIENTO DE AMERICO PLA RODRÍGUEZ

Hace 100 años, el 19 de febrero de 1919, en la calle Guayabos 1531, donde actualmente tiene su sede la Asociación Uruguaya de Futbol, nacía Américo Plá Rodríguez.
            Fue un año particular: había concluido pocos meses antes el primer conflicto mundial, y la humanidad miraba con esperanzas la creación de un mundo más justo. Pocos días antes, en enero, se había inaugurado en Paris la Conferencia Preliminar para la Paz, cuyo tercer punto del orden del día sería la legislación internacional del trabajo. Una Comisión especial comenzaba a elaborar la Constitución de un nuevo organismo internacional, proclamando que la justicia social es esencial para alcanzar una paz universal y permanente. El nacimiento de Plá Rodríguez, coincidente con la creación de la Organización Internacional del Trabajo, marca ese año e invita a un momento de especial reflexión sobre la dimensión social de nuestro complejo mundo actual.
            Plá Rodríguez  obtuvo el título de abogado  en 1942 con exoneración de los “derechos de título” en mérito a su alta escolaridad durante su carrera universitaria.
            Impulsado desde joven edad por sus ideales humanistas y cristianos, se especializó en el Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, alcanzando rápidamente la Cátedra de la disciplina y culminando su carrera con el título de “Profesor Emérito”, que le otorgó la Universidad de la República.
            En 1948, acompañó con su colega y amigo Héctor-Hugo Barbagelata la idea de Francisco De Ferrari de fundar la revista especializada “Derecho Laboral”, que se convertiría rápidamente en una de las publicaciones de mayor nivel en América Latina.
            En 1956, a impulso del entonces Decano Eduardo Couture, culminó su tesis sobre el salario, que si bien tituló  “El Salario en el Uruguay”, guió a la doctrina y la jurisprudencia latinoamericana en la materia, pues sus dos tomos excedieron notablemente las referencias jurídicas localistas.
            Pero su obra cumbre sería indudablemente “Los Principios del Derecho del Trabajo”, que publicaría en el año 1975, ya en plena época dictatorial. El libro de los Principios se transformaría en el eje jurídico de una concepción tutelar del derecho del trabajo y las afirmaciones del autor se transformarían en verdaderas reglas de derecho – por encima de la legislación escrita – para influir en todo el continente, y más allá de él, en una firme concepción de la disciplina, guiada básicamente por el principio protector y alimentada por los demás principios (continuidad, realidad, buena fe, realidad y razonabilidad), que conformarían y acabarían las características del Derecho del trabajo, en los términos que hoy lo conocemos y aplicamos.
            Dictó conferencias en los diversos países de América y Europa, fue un incansable escritor de artículos opinando no solo sobre los grandes temas del derecho del trabajo, sino también sobre su evolución y sus crisis, sus transformaciones y sus adaptaciones, expresando sobre todo lo que opinaba su visión inquieta y siempre actualizada.
            Reunió su pensamiento en otra importante obra, que –titulada modestamente Curso de Derecho Laboral – compendió y ordenó en diversos tomos su pensamiento sobre todos los institutos de la disciplina.
            Recibió distinciones internacionales de alta jerarquía y muchas Universidades latinoamericanas lo nombraron profesor honorario. Fue a su vez motivador e impulsor de colectivos de trabajo, habiendo fundado en especial el Grupo de los Miércoles, que desde el año 1975 se reunió puntualmente todas las semanas en su casa (donde nos recibía con especial hospitalidad su esposa y compañera de vida Marta). Fue también fundador y primer Presidente de la Asociación Uruguaya de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
            Fue Presidente titular de la Academia Iberoamericana de Derecho del Trabajo y al finalizar su mandato fue designado Presidente Honorario. Su última y destacada labor la cumplió como Presidente de la Asociación Internacional  de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, organizando en Montevideo en el año 2003 el XVII Congreso Mundial de la referida institución, recordado como el más grande evento internacional realizado en nuestro país..
            Su notable trayectoria académica fue completada con su actividad política- en la cual llegó a desempeñarse como Senador de la República en representación del Partido Demócrata Cristiano. Es recordada su intervención en la Cámara de Senadores la noche del 26 de junio de 1973, cuando se clausuraba el Parlamento con un golpe de Estado.
            Falleció el 22 de julio de 2008 en nuestra ciudad. En su testamento, legó todos sus libros a la Facultad de Derecho, que hoy en día tiene una Biblioteca especializada en Derecho Laboral que lleva su nombre.
            Su dimensión de intelectual, académico y universitario, solo fue superada por su espesor humano. Es cierto que al hablar de mi Maestro me comprenden las generales de la ley; pero como obviar el recuerdo de este hombre que formó con su ejemplo generaciones de estudiantes, docentes, militantes sociales. En épocas en que suena mucho la palabra “liderazgo”, Plá Rodríguez fue un “lider” extraordinario, que supo construir una verdadera Escuela, que aún hoy es recordada en América Latina. Ejerció su liderazgo desde la sencillez, desde la humildad, nunca desde la imagen de la superioridad. Por eso su liderazgo era tan convincente y provocador.
            Hoy lo recuerdo como aquel discípulo, que el Maestro supo rescatar de la mediocridad e infundir el amor y el compromiso por el derecho. Porque en definitiva de eso se trata la experiencia humana: vivir con “amor” y compromiso. Amor a los estudiantes, a los compañeros de vida universitaria, a las alegrías y dificultades que acompañan el camino universitario; amor y compromiso en la defensa de los vulnerables, en la idea del derecho - y en especial del derecho del trabajo - como instrumento de todo progreso social; y finalmente compromiso en la docencia como acto de amor hacia los demás, en esa mágica conexión de ida y vuelta que construyen el docente y el alumno.
            Todo ello debo a mi Maestro, que recuerdo en este día tan especial. 
            JRD

1 comentario:

  1. Estimado Juan. Quiero suscribir cada una de las palabras referidas a Don Américo Plá, uniéndome de ese modo a ese homenaje que le brindas, y que el Maestro, tuyo, mío, y de cuántos más... se merece sobradamente.
    Antonio Grzetich.

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