domingo, 1 de enero de 2017

2017: El desafío de construir nuevas relaciones laborales



El ser humano necesita rendir (y rendirse) cuentas a lo largo de su vida. Para ello ha construido idealmente divisiones de tiempo – los años -, que marcan el comienzo y el fin de cada período. Son estos mojones que se vuelven la ocasión propicia para la reflexión y los proyectos futuros.
Considero que el año 2016 fue un “año bisagra” para las relaciones laborales: hasta ayer operó un modelo que – aún influenciado desde la década de los ’90 por fuertes cambios tecnológicos – mostraba al ser humano como elemento central del sistema. El “año bisagra” trajo los llamados cambios “disruptivos”  (palabra que no existía en mi vocabulario y que llegó para quedarse), que colocaron la máquina – a la par que el hombre - en el centro del sistema. Las aplicaciones, los robots, la Industria 4.0, el celular devenido un timón de nuestra vida cotidiana, han adquirido tal centralidad en la sociedad, que plantean un nuevo modelo de relaciones laborales, que nos muestra la “cooperación” cada vez más acentuada entre tecnologías avanzadas y seres humanos. Entendemos la fuerza de estos cambios, pero aún no sabemos establecer reglas de convivencia.
 Colegas que siguen este blog, me informan sobre nuevas máquinas que van sustituyendo al trabajo humano: ya no necesitaremos cajeros para pagar las cuentas en el supermercado, los drones de Amazon nos traerán rápidamente los productos adquiridos, en España máquinas sofisticadas ayudarán a barrer las calles. En mi celular habla una nueva voz española que me indica donde la Intendencia colocó los radares de velocidad. He elegido la voz española por obvias razones, pero nada me impide escuchar una voz inglesa, japonesa o búlgara. Para la máquina sonora no es problema.

            La robótica y los flujos de datos habilitan a desarrollar nuevas investigaciones y construir nuevas disciplinas: la medicina regenerativa, la ingeniería genética, la mecatrónica, etc.
            El desafío del 2017 es como “pensar” el futuro de las relaciones laborales y –en lo que a mí respecta - del derecho del trabajo. Los relacionistas estamos acostumbrados a pensar en término de seres humanos, no de máquinas. Pero hoy no podemos ignorar el impacto de éstas: las transformaciones tecnológicas no solo sustituirán mano de obra, sino que crearán nuevas y diferentes formas de trabajo; acortarán probablemente los tiempos de los vínculos laborales; promoverán expresiones distintas de autonomía y de dependencia; obligarán a construir modelos de gestión de trabajo “colaborativo” entre máquinas y personas. Sabemos (o por lo menos, intuímos) lo que se avecina, pero no son claras las opciones para encarar los cambios en materia de relaciones laborales y derecho del trabajo.
Hace algunos años, a comienzo de este siglo, criticaba al Derecho del trabajo por ser  un derecho “exclusivo y excluyente”: exclusivo porque solo es el derecho que regula el trabajo subordinado; excluyente porque no admite regulación alguna de otras formas de trabajo, que no sean las subordinadas. ¿Realmente existió la llamada “fuga del Derecho del trabajo” o nuestra disciplina se fue autolimitando ante las nuevas formas de trabajo que iban apareciendo?
Sin cambios, la crisis del trabajo subordinado arrastrará inevitablemente en su caída al Derecho del trabajo, con una importante consecuencia: la pérdida de valores del Estado social. En efecto, más que el Derecho del trabajo, lo que está en juego es la sostenibilidad del Estado social. ¿Debemos imaginar relaciones laborales concentradas en la figura del trabajador asalariado o desarrollar ideas que permitan consolidar un nuevo Estado social (donde ya no estamos solos, porque la máquina es nuestra compañera de ruta), a partir de su redefinición?
 Ante los cambios de un modelo económico y social – en el que las máquinas y los seres humanos se acostumbrarán a convivir – nos perdemos en nuestros laberintos académicos. Transitamos por corredores conocidos, que sin embargo no nos llevarán hacia ninguna salida.

¿Cómo salir del laberinto, cómo abrir la cabeza a las nuevas realidades? Toda receta necesariamente debe generarse a partir del diálogo. No existen recetas personales; es la discusión, el intercambio de ideas y de percepciones de la realidad, el trabajo en grupo, lo que nos permitirá encontrar salidas. Entre todos debemos abrir rutas hacia las nuevas fronteras del trabajo; entender que las realidades laborales apuntan menos a fenómenos como la categoría, los tiempos fijos, el lugar de trabajo, la relación autonomía/subordinación, y prestar la atención a objetivos menos transitados, como a) la no discriminación; b) el derecho a la formación profesional; c) el principio del libre acceso al trabajo; d) el derecho a la protección contra toda forma de violencia en el trabajo; e) el derecho a la protección de la salud y a gozar de un adecuado medio ambiente de trabajo, independientemente de la calidad de trabajo que se ejerza; f) el derecho a la conciliación entre el trabajo y la vida familiar.
El riesgo es que el Derecho del trabajo – sólida rama jurídica del pasado – se vuelva una vieja caja de herramientas, sin capacidad para poder reparar las nuevas realidades laborales. Así como un martillo o un destornillador tradicional no podrían ajustar una computadora, el Derecho laboral encuentra numerosas dificultades para regular la nueva organización virtual del trabajo. Su futuro es incierto, salvo que podamos aceptar la postmodernidad, redefinir el Estado social y reformular a su vez las tutelas laborales, en defensa de los nuevos trabajadores, que seguirán siendo en su gran mayoría “contratantes débiles” ante empresas cada vez más poderosas.
            Auguro que el 2017 esté marcado por un debate amplio – de todos con todos – en el cual, los jóvenes tengan un rol mucho más activo y protagónico de lo que ha sido la tradición (especialmente en los países latinoamericano): son ellos que – nacidos “en” las nuevas tecnologías – viven y conocen mejor las nuevas realidades. Por lo tanto todo debate, todo encuentro (y… desencuentro) deberá reconocer la ineludible participación de los jóvenes, quienes mejor conocen el escenario tecnológico que rodea las nuevas relaciones laborales y los problema (y ventajas) que la nueva realidad apareja.
Éste es en definitiva el augurio – un augurio “laboral” - para el 2017.

2 comentarios:

  1. Al leer este articulo recorde que hace unos años atrás (10 años aprox.) Trabaje en el call center d antel y recuerdo toda la problematica del ambiente laboral que existia en aquel momento, hace un par de dias llamé al 122 (informes de guia) y no me respondio un operador/a sino un programa que reconoce la voz y hace la busqueda automatica... realmente me sorprendi! Pero esta es la realidad la tecnología crece a pasos agigantados, esta entre nosotros y sustituye en puestos laborales al ser humano.

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