domingo, 18 de julio de 2021

El algoritmo erró los penales

Un estimado ex estudiante y hoy licenciado exitoso de Relaciones Laborales me comenta un artículo que apareció esta mañana en el Suplemento Ovación de El País de Montevideo y se pregunta “¿los software también se equivocan?”.

Aunque no soy muy del futbol, la curiosidad me lleva a leer la nota deportiva. Me entero que el técnico del seleccionado inglés, Gareth Southgate, confió la elección del quinteto de lanzadores de la tanda de penales contra Italia en la final de la Eurocopa a la Inteligencia Artificial: entre los elegidos, estaban Markus Rashford de 23 años, Jadon Sancho de 21 y Bukayo Saka de 19 (este último jamás había lanzado un penal en toda su carrera como profesional): Los tres fueron incapaces de anotar.

¿Por qué el entrenador confió esos decisivos penales a jugadores jóvenes e inexperientes? Leo que confió su decisión al análisis del Big Data y a los algoritmos de un software con el que venía trabajando hace mucho tiempo.

Vuelvo a la pregunta de mi colega de Relaciones Laborales: ¿el algoritmo se equivocó? Mi contestación es contundente: no, por supuesto. Quien se equivocó fue el entrenador.

Como decía en este mismo blog cuando imaginé el ejemplo de la torta (ver el post anterior Algoritmos y trabajo: el derecho a la transparencia), el pastelero eligió mal sus ingredientes y el resultado fue desastroso.

La anécdota de los penales merece dos consideraciones.

La primera es que la Inteligencia Artificial no es una verdadera “inteligencia”: la IA es un proceso de selección a hipervelocidad de una serie de datos acumulados; la llamamos IA porque “se parece” en los hechos a nuestro modo humano de decidir, pero la IA no piensa, no intuye, no posee imaginación: solo formula deducciones a partir de los datos que la alimentaron. Probablemente el entrenador alimentó el software con ingredientes como la potencia del tiro, la rapidez de correr, el ritmo cardíaco, la dedicación demostrada en los entrenamientos, etc., y no recordó que en una final ante millones de espectadores en la cual se define una Copa de altísimo nivel, la serenidad, la paz interior, la concentración, la experiencia del futbolista en correr esos pocos metros y patear vale más de otras consideraciones físicas.

La segunda consideración que importa señalar es que el algoritmo eligió los jugadores más jóvenes, porque voluntaria o involuntariamente así fue alimentado. Imagino que en forma análoga se alimentan los algoritmos de empresas que quieren contratar nuevos trabajadores: la juventud, la energía, la supuesta rapidez mental y las competencias digitales puntean más que la experiencia, la sagacidad, la fidelidad de los trabadores que han superado lo 45 años. Los algoritmos discriminan a los trabajadores de mayor edad, porque los empresarios y los seleccionadores de personal – como el entrenador inglés – alimentan la receta apostando más a las habilidades de los jóvenes, que a la inteligencia  emocional y la experiencia de los más adultos.

La historia de la Copa Europa y el sofware del Sr.  Southgate, enseñan mucho para quienes miramos con desconfianza la presencia de los algoritmos en el trabajo. De todos modos, debemos siempre recordar que si hay equivocaciones, la culpa no es del algoritmo, sino del pastelero.

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