sábado, 16 de enero de 2021

UNA MUTACION IRREVERSIBLE: DEL TRABAJO AL TELETRABAJO (1)

Ya he opinado sobre el tema en este blog, expresando las posibilidades que ofrece el teletrabajo para la economía familiar y, por ende, la economía de países que deben enfrentar las dificultades que provoca la situación sanitaria actual. También hablé de mis preocupaciones sobre los efectos del teletrabajo en la calidad del empleo y en la salud psicofísica del trabajador. 

Hoy quiero apuntar mis preocupaciones hacia un aspecto inevitable, que debemos a nivel social y universitario enfrentar: la mutación del trabajo presencial al trabajo realizado en forma remota: ¡un hecho irreversible! 

La pandemía del COVID 19 está instalada en las relaciones laborales: nacen nuevos trabajos, se pierden otros, y desde los gobiernos y los “pope” de la salud y de la economía se reclama el deslizamiento de toda actividad productiva desde el trabajo físico al trabajo a distancia, muchas veces llamado “homework” (trabajo desde el propio domicilio). Ello es para reducir toda posibilidad de contagio. Pero, a su vez, la actual emergencia ha sido campo propicio para profundizar la dimensión virtual de muchas actividades: desde la medicina al comercio, desde las actividades financieras a... los pedidos de pizza “on line”.

Un antiguo estudiante me ha recordado en estos días una frase que dije en el año 1994 en el marco solemne del Paraninfo: “No debemos olvidarnos que en las relaciones laborales muchas veces los hechos se abren las puertas a las patadas”. Mi afirmación juvenil fue algo desmedida, pero hoy - con mayor moderación verbal y más años - sigo pensando lo mismo: la realidad logra a la larga siempre imponerse en las relaciones laborales. El desafío no es luchar contra la realidad, sino buscar adecuadas fórmulas para regularla. 

Es en esta línea que entendemos que el teletrabajo se está imponiendo inexorablemente en la realidad cotidiana, porque en definitiva constituye para todos nosotros un instrumento importante de sobrevivencia. Ni aun los más radicales críticos del trabajo a distancia pueden negar que - hoy - saber teletrabajar es mejor que no saber hacerlo.

Y - más allá de lo bueno y lo malo del teletrabajo (... o las luces y las sombras del mismo, como titulamos un anterior post) el teletrabajo ha ingresado masivamente y en forma abrupta en las relaciones laborales de esta nueva era.

Se deberá seguir reflexionando sobre los diversos aspectos (positivos y negativos) del trabajo a distancia, pero entiendo que ante la realidad mutante es de buena práctica aprender a teletrabajar y de la mejor manera posible. Debemos dejar de ser aprendices de teletrabajadores - como ha acontecido en el 2020 - para formarnos como verdaderos profesionales del teletrabajo. Por ejemplo, en mi campo - la docencia - tener habilidades para enseñar por zoom puede ser valorado más que los propios conocimientos transmitidos.

Porque en el teletrabajo, de eso se trata: como hacer llegar de la mejor forma posible nuestro mensaje en forma virtual al destinatario del mismo. Y ello vale para un docente, un funcionario público o el empleado de un e-commerce.

Si alguien me preguntara cuales son las dos más importante calidades de un teletrabajador - además por supuesto de sus skills - diría que son la empatía y la claridad. De algún modo el teletrabajador debe aprender a seducir - en sentido bueno - a su interlocutor; debe demostrarle que la distancia no es tal y para ello el mensaje debe ser empático y claro, para generar confianza en el interlocutor. Un ejemplo bien claro es el del médico: en su consulta presencial la actitud del profesial importa, pero no es lo más importante, porque en esa situación importan mucho los conocimientos. En una teleconsulta, el médico deberá en primer lugar sortear el factor distancia, para que el paciente afloje su desconfianza y logre “conectarse” emocionalmente con quien es en definitiva solo una imagen y una voz.

El teletrabajo obliga inevitablemente a un “up-grade” en nuestra competencias laborales, cualquiera sea el rol que cumplimos en una organización. Debemos aprender a teletrabajar mejor, pero también las empresas deberán aprender a gerenciar mejor el teletrabajo. Exigencias empresariales y personales se cruzan en esta nueva modalidad de trabajo, desconocida para la mayoría de nosotros hace tan solo un año.

Es evidente que el gran desafío del momento es el de la formación: determinar las estrategias de formación de los teletrabajadores será uno de los factores de éxito de todo proyecto educativo dirigido a la ejecución y organización del trabajo.

Las preguntas se impone: en una época en que se desvía cada vez más la actividad laboral tradicional hacia el teletrabajo y donde legisladores y actores sociales debaten sobre los aspectos jurídicos del mismo, ¿cuál es el rol que las empresas, los sindicatos, el Estado y las Universidades otorgan a la formación en teletrabajo? ¿Cuáles son las nuevas competencias requeridas para desarrollar una exitosa actividad laboral a distancia? ¿Qué enfoque e importancia deberán asignar los actores sociales a la negociación colectiva, allí donde son necesarias las apuestas al teletrabajo? ¿Como en definitiva deberemos desde las relaciones laborales gobernar este cambio, que marca una nueva vuelta de tuerca en las transformaciones del trabajo?  

Sobre estas cuestiones y otras afines pretendemos extender la reflexión en próximos post.

 



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