sábado, 8 de diciembre de 2018

MACRON ATRAPADO EN SU LABERINTO



Vivimos una época difícil, en la que una serie de concausas - desempleo, migraciones, informalidad, los problemas de la seguridad social ante la baja de la natalidad y el envejecimiento, la seguridad pública, la droga y la criminalidad - provocan miedos a escala global. En este contexto aparecen “políticos iluminados” que prometen resolver en meses todos los problemas que nos aquejan, apostando a pocas medidas que venden como  “muy eficaces”: entre ellas las reformas laborales y un exacerbado antisindicalismo, porque consideran al sindicato como uno de los principales responsables de todos los males.
            Esto no ha sucedido solo en Francia: lo vemos con nuestros vecinos que suprimen los Ministerios del Trabajo; lo comprobamos en países culturalmente cercanos como Italia o España.
            Pero - y como dice la canción de Serrat - contra Macrón tengo “algo personal”. Él se atrevió a estampar a su reforma una frase atroz: “el Estado de Bienestar y sus derechos laborales son un anacronismo en la economía globalizada”. Eso dijo impunemente el Presidente francés y su voz y mirada seductora convencieron a millones de franceses, quienes creyeron hace tan solo un año que la supresión del Estado de Bienestar y del Derecho del trabajo, los llevaría a una verdadera ventura económica.
            Hoy - 8 de diciembre de 2018, mientras escribo - Macrón ha debido movilizar un dispositivo de seguridad “excepcional”, con un despliegue de 89.000 policías y gendarmes en todo el país, de los cuales 8.000 en la capital. Se han levantado barricadas en los grandes bulevares de París, que me recuerdan las de 1832 inmortalizadas por Victor Hugo en “Los Miserables” y las más cercanas del mayo 1968: así los franceses expresan su rechazo ciudadano a las promesas de un Presidente. que ha descendido al 23% en el índice de aprobación.
            ¿Quienes son los “gilets jaunes” (chalecos amarillos)? Son nada más y nada menos que ciudadanos reunidos en un movimiento que se define transversal y sin cabezas visibles.  Busco información en las redes y aparecen algunos nombres que hoy líderan la confrontación , a través de las “redes sociales”, las que se han vuelto poderosos instrumentos de convocatoria.


Priscillia Ludosky, una mujer de 32 años, vendedora autónoma (vende cosméticos y productos de aromaterapia) que necesita el auto para ir a trabajar, y a la que el impuesto a la nafta merma su ganancia; Éric Drouet, un camionero de 33 años, que apoyó desde sus comienzos las peticiones lanzadas por Ludosky en su muro de Facebook, también trabajador autónomo que lidera una asociación de conductores; y Jacline Mouraud, de 51 años, que protagonizó un video denunciando el aumento en los precios del combustible y otras dificultades a las que se enfrentan los conductores. Ellos son hoy las caras más visibles del movimiento.
            En los tres casos son personas pertenecientes a la clase media - aquella clase que creía que Macrón resolvería sus problemas pateando al Estado de Bienestar Social - y que ahora comprueban que las evanescentes promesas del Presidente francés eran solo “promesas de político”.
            Me quedo con la declaración sencilla de Joel un jubilado de  66 años entrevistado por AFP:  “La gente pensó que iba a cambiar las cosas y aumentar el poder adquisitivo, y pasó todo lo contrario”.  Así de sencillo...
           

1 comentario:

  1. Siempre observamos al pueblo francés como precursor y protagonista en los cambios sociales de la historia humana. No importa la forma que adquiera la economía pero debe estar al servicio del hombre. La máxima de que ""no hay paz duradera sin justicia social, pilar principal de la debilitada OIT requiere cada día ser defendida con mas fuerza.

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