martes, 23 de diciembre de 2014

Reflexiones de fin de año

2014: AÑO ELECTORAL Las relaciones de trabajo no han escapado a la lógica de un año electoral, en el que de todos modos las diferentes corrientes políticas han marcado en sus discursos una prudente y extraña distancia de la cuestión laboral. En las plataformas de los partidos estuvo ausente cualquier cuestionamiento del sistema y nadie abordó los temas más controvertidos, como podrían ser la actuación del sistema de Consejos de salarios o la ley de responsabilidad penal de la empresa, aprobada en el mes de abril. Desde las filas opositoras se afirmó que los Consejos seguirían convocándose (por otra parte, la Ley 18.566 permite también a los interlocutores sociales pedir la convocatoria) y posiblemente se emplearía con más frecuencia el recurso a las cláusulas de desglose. En cuanto al debatido tema de la responsabilidad penal, hubo en la oposición tímidas críticas, mientras el oficialismo guardó silencio. No es fácil interpretar la ausencia de un discurso “laboral” en todos los partidos. Probablemente nadie quiso verse embretado en un tema cada vez más complejo, en el que cualquier afirmación puede provocar iras en el electorado. Lo cierto es que el silencio de los políticos no se ajustó al “ruido” del sistema, que marcó – especialmente en el sector público – niveles altos de conflictividad. El gobierno paradójicamente recibió los mayores cuestionamientos laborales desde filas de los sindicatos del sector público, que sin perjuicio de compartir la misma ideología, provocaron más hostigamiento, que los llamados “partidos tradicionales”. Ante el voltaje del conflicto en el sector público, la actividad privada demmostró un mayor nivel de negociación. Màs de 240 unidades de negociación de los Consejos de Salarios – a nivel de grupos, subgrupos y capítulos – operaron con un “discurso” de enfrentamiento, pero la realidad demostró conflictos contenidos y muchas veces focalizado en empresas de pequeñas dimensiones. También fue muy rica la materia negociada, pasándose de la tradicional negociación salarial, a un negociación de contenidos no salariales, que implica una mayor creatividad de los actores en la búsqueda de modelos ganar-ganar. De todos modos las dimensiones de la negociación en la actividad privada plantean cierta dificultad en la gobernabilidad del sistema, provocando una excesiva fragmentación de la normativa laboral. Ya no es posible confiar la interpretación de las normas a especialistas laborales con conocimientos genéricos de la disciplina: es cada vez más necesaria la hiperespecialización en cada una de las diversas actividades reguladas por los grupos y subgrupos. Ante un nuevo período de gobierno no se perciben cambios radicales en el sistema, aunque probablemente ingresarán con más fuerza temas que requieren regulaciones más precisas. Entre estos, se destaca la cuestión de la productividad, en la medida que, habiendo los salarios recuperado las pérdidas de épocas anteriores, será necesario apostar a una mayor eficiencia con el resultado de una mejor productividad. En tal sentido las partes deberás comprender que la formación profesional – tema siempre menor en el debate de las relaciones laborales vernáculas – es la principal herramienta para mejorar la eficiencia en el trabajo. Una productividad sin formación profesional significará en definitiva una expresión del viejo trabajo a destajo. Entre los temas nuevos se perfilan también cuestiones vinculadas al empleo, como la descripción de los puestos de trabajo, las competencias laborales y su certificación, y no ajena a estos puntos, la determinación de como deben evaluarse las competencias. Otros temas para el abordaje: la cuestión de las adicciones, cada vez más generalizadas y con efectos importantes en el trabajo, mientras que a mediano plazo se abre un espacio de discusión sobre el llamado “empleo verde”, es decir aquel que reduce el impacto ambiental de las empresas. En definitiva, un panorama de escaso debate , de no muchas ideas y de interesantes problemas que aún siguen desafiando a la realidad del país.

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