Mucho se habla en estos días en
nuestra Facultad de la Ordenanza de Grado, aunque creo que pocos son aquellos que la han leído en su
totalidad. Los que hablan de la Ordenanza, se refieren principalmente a la
noción de “créditos” – esa nueva y misteriosa moneda universitaria – por la
cual cada asignatura tendrá un valor en “créditos”. Desde esta perspectiva será suficiente escribir al lado de cada asignatura
tradicional un número, aplicando una especie de regla del tres, en la que 10
horas de aulas más 5 horas de estudio son un crédito. En pocas palabras,
alcanzaría con cambiarle el collar a la asignatura, para haber cumplido con la
Ordenanza.
¿Es
tan así? En realidad la Ordenanza de Grados – que efectivamente prevé un
sistema de creditización de las asignaturas – no se limita a ello, sino que lo
que busca es un cambio profundo de paradigma pedagógico, que pretende
revolucionar la enseñanza en nuestra
Universidad. Los créditos no son el punto de partida, sino el de llegada. Deben
modificarse estructuralmente las carreras y – producidos los cambios – éstos se
creditizan. Para que haya créditos genuinos, éstos deberán haber sido
precedidos por cambios; si no, solo habrá un número escrito con lápiz al lado
de cada asignatura.
¿Por donde comienza la nueva y
revolucionaria orientación pedagógica de la Ordenanza de Grado? ¿Cual es el
cambio copernicano que señala? La respuesta es simple: cambian los roles del
docente y del estudiante. Ya no es el docente el “sol” del sistema
universitario y los estudiantes giran en torno a él, sino que es el propio
estudiante quien deviene el centro del sistema de enseñanza.
Como
indica el art. 5 de la Ordenanza, la orientación de la misma está marcada por
“la participación activa del estudiante como principal protagonista de
su proceso educativo” y con esa orientación “la estrategia pedagógica central
será promover la enseñanza activa, en donde se privilegien las experiencias en
las cuales el estudiante, en forma individual o en grupos, se enfrente a la
resolución de problemas, ejercite su iniciativa y su creatividad, adquiera el
hábito de pensar con originalidad, la capacidad y el placer de estudiar en forma permanente y la habilidad de
movilizar conocimientos específicos para resolver problemas nuevos y complejos”.
Sin placer de estudiar, no es posible hablar de implementación de la Ordenanza
de Grado: no lo digo yo, lo dice con claridad el art. 5 de la misma.
Los principales puntos específicos
de la Ordenanza que debemos incorporar en las carreras universitarias son:
a)
Integración de la enseñanza teórica y práctica, permitiendo el desarrollo de
las habilidades y destrezas que correspondan al perfil del egresado. La norma
expresa que esa integración se lleva a cabo a través de la “permanente
articulación” entra la enseñanza teórica y la práctica (art. 5.2).
b) Especial atención al desarrollo
de las capacidades de autoevaluación, cumpliendo principios básicos de validez,
confiabilidad y consistencia con los procesos de enseñanza-aprendizaje, y contribuyendo
así a la mejora continua de los mismos (art. 5.3).
c) Se buscará la igualdad de
oportunidades educativas, diversificando las modalidades organizativas y el uso
de los recursos (art. 5.4).
d) Las formas organizativas de los
procesos de enseñanza no estarán ancladas exclusivamente a la tradicional
enseñanza en el aula, sino que podrán incluir cursos semipresenciales,
virtuales u otros, horarios múltiples, así como el uso de recursos educativos
variados (art. 5.5)
e) Se
estimularán modalidades de enseñanza teórica y práctica, incluyendo una amplia
variedad de actividades, tales como talleres, seminarios, laboratorios,
clínicas, pasantías, campos experimentales, proyectos, tesinas y experiencias
en el área de conocimiento que corresponda (art. 5.6).
En
definitiva la Ordenanza de Grado sustituye el “menú fijo” tradicional de las viejas carreras, por
un “menú a la carta”, en que el estudiante descubre el placer de estudiar,
porque es él quien construye su propia carrera, según su vocación y según la
orientación que pretenda imponer a su vida profesional.
Tomémonos unos minutos, para leer la
Ordenanza y levantarla como bandera de cambio real – y no meramente formal – de
nuestra Facultad.
Se adjunta el texto de la Ordenanza:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario