He logrado llenar la planilla electrónica con las notas del examen: una hazaña, pero lo he logrado.
Queda el sabor amargo de ese mismo examen, porque los estudiantes que se presentaron en mi mesa en su mayoría estaban “desconectados” de los principales temas de la materia. Con un colega que siempre me acompaña - excelente docente - habíamos preparado preguntas amplias, diría casi generosas. Pero es evidente que este año se fracturaron las naturales conexiones que siempre existieron entre alumnos y docentes.
¡Cuán fácil es darle la culpa a los estudiantes y atribuir a ellos la responsabilidad de los magros resultados de los exámenes! No me alineo a esas críticas: cuando los estudiantes que pierden son pocos, la responsabilidad es de los estudiantes; pero cuando son muchos, la responsabilidad es de los docentes y de la propia Institución que tiene como deber y función transmitir los conocimientos. Si no logramos transmitir los conocimientos, no logramos cumplir la función de nuestra Facultad
Ante resultados - que por lo menos en la disciplina laboral (ya sea en el derecho que en las relaciones laborales) - han sido magros, se abre un proceso de autocrítica de la Institución y de nosotros los docentes, para reconstruir la “conexión” con los estudiantes.
En épocas donde se teoriza mucho sobre el “derecho a la desconexión”, invoco el derecho de los estudiantes “a la conexión”, un derecho que debe satisfacerse a través de nuevas modalidades de contacto y nuevos espacios de comunicación (como por ejemplo, clases on-line o off-line de tutoría para los exámenes, nuevas metodologías de evaluación, entregar materiales adecuados para los exámenes, establecer enfoque que prioricen la conexión emocional con el estudiante a través de la retroalimentación de sus inquietudes, etc.).
Debemos buscar caminos institucionales y académicos para no limitar la docencia a un reenvío a las entradas de EVA, como si eso lo resolviera todo, y nos liberara de la desagradable responsabilidad de ser parte del proceso del conocimiento del conocimiento que lleva a los resultados de los exámenes.
Debemos establecer protocolos claros que permitan a los estudiantes conocer de antemano - con suficiente antelación - como serán las condiciones de los exámenes y que se requerirá al momento de evaluar sus conocimientos.
Debemos evitar que la conformación de las mesas de exámenes, los estilos de su desarrollo, el número de evaluadores, etc. quede en mano del esfuerzo y creatividad individual de cada docente, sin un plan previo, homogéneo y coordinado desde la Institución.
Debemos finalmente - nosotros los docentes - formarnos y re-formarnos para continuar a transmitir conocimientos en esta época compleja, en el entendido que esa formación y re-formación debe ser necesariamente gestionada desde la Institución.
Queremos en definitiva una Facultad que también en la emergencia se alinee a exigencias de excelencia docente, que nunca se definieron a lo largo de este año, y se aparte del modelo decimonónico de enseñanza, al cual seguimos atados en tiempos de zoom.
Finalmente, mi saludo en época de festividades a los estudiantes: ¡a no decaer, a enfrentar los desafíos, a construir conocimientos con los docentes, porque ustedes - como dijo Violeta Parra - siguen siendo “la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura”!