He regresado de Córdoba, donde participé al XI Congreso Regional de la
Sociedad Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. El
congreso colmó sin duda las expectativas y durante tres días se debatió en
torno a los principales temas que golpean las actuales relaciones laborales (el
trabajo autónomo y semiautónomo, las cuestiones de género, la negociación
colectiva, etc.).
Los congresos también son oportunidades para mirar desde la propia
sensibilidad realidades complejas, y las relaciones laborales en Argentina son
un buen ejemplo de ello. Aunque pasen los años nunca entenderemos los derrumbes
y los renacimientos del país hermano, y las cercanías geográficas no ayudan a entender
formas distintas de concebir la política, la cuestión sindical, el respeto por
las instituciones, etc.
Si tuviera que marcar con una palabra lo que más me sorprendió de la
visita a Córdoba, esa palabra es CTEP, una palabra que desconocía, pero que ya no
voy a olvidad. CTEP es la sigla de la Confederación de Trabajadores de la
Economía Popular. Es un organización que no representa la clase obrera o a los
trabajadores subordinados en general, sino al sector del trabajo informal, a la
precariedad, a los pequeños artesanos y a los cartoneros, a los pequeños
trabajadores independientes y cooperativistas.
Lo que más me impresionó es la dimensión cuantitativa de la CTEP. Un
asesor del FAECYS, el sindicato de empleados del comercio similar a nuestra
Fuecys, me explicó que el FAECYS es el primero y más números de los sindicatos
argentinos: reúne un millón de afiliados. Y luego agregó: los afiliados a la
CTEP son aproximadamente cinco millones (!). El número impresiona, más si lo
comparamos a las demás organizaciones sindicales de la Argentina.
No es una organización con “personería gremial”: no lo permiten las
normas argentinas.
Pero la CTEP ha logrado obtener ad-hoc un reconocimiento no menor: se le
confirió de hecho una “personaría social”, condición que le permite formalmente
tener al Estado como interlocutor.
Es su portal la CTEP se define como “una
organización gremial independiente de todos los partidos políticos,
representativa de los trabajadores de la economía popular y sus familias... una
herramienta de lucha reivindicativa para la restitución de los derechos
laborales y sociales que nos arrebató el neoliberalismo y que aún no hemos
recuperado”
El leader de la
CTEP es Juan Grabois, un joven abogado de 36 años, docente universitario, escritor,
licenciado en ciencias sociales y fundador y referente de la Confederación. Su carrera gremial/social
tuvo su primer destaque en el año 2005 con la aprobación de la Ley 1.854, conocida como Ley de Basura Cero, donde logró incluir un
artículo de inclusión del trabajo cartonero. Hoy la CTEP reclama al Gobierno
prestaciones varias, desde una partida similar a la renta universal, a la
constitución de servicios mutuales hasta una reforma agraria pregonada por
Grabois.
Curiosamente - o
sin tanta curiosidad - es desde 2016 asesor ad-honorem del ex Consejo Pontificio
de Justicia y Paz y se lo indica como amigo personal del Papa Francisco.
Una de las
modalidades de lucha de la CTEP es armar campamentos en las principales calles
de las ciudades. Mientras escribo, están acampados nada menos que en la 9 de
Julio de Buenos Aires, en el marco de la “Jornada Nacional de
Acampes”.
Estamos evidentemente ante un fenómeno social de dimensiones enormes y
me cuesta mucho entenderlo y colocarlo en las categorías de la autonomía
colectiva, las organizaciones de trabajadores, los actores sociales
formalizados.
Pero evidentemente este fenómeno ha venido a la Argentina para quedarse
y no sería sorprendente que se extendiera a otras latitudes.
¿Vivimos una etapa de post-sindicalismo? ¿Las modernas sociedades en la
medida que generarán trabajo precario, contribuirá a formalizar agremiaciones de
precariedad organizada? ¿Los cartoneros será la emblemática avanzada de nuevas
fuerzas sociales? Preguntas difíciles para contestar.
Pero aún me queda una pregunta más: ¿los vínculos entre los sindicatos
como hoy los conocemos y la precariedad organizada, serán vínculos de
cooperación o de conflicto?
Parabéns Juan. Penso que esse seja mesmo o futuro, a agregação de novos coletivos. A densificação da liberdade sindical redunda compreende-la em suas variadas vertentes, e em horizontes ampliativos quanto à sua titularidade enquanto direito dos trabalhadores, o que desafiará, por certo, o direito do trabalho e a compreensão de democracia plena (para todos os envolvidos).
ResponderBorrarQue interesante Dr! Hace un tiempo publicaron una encuesta en que el resultado era que los sindicatos tenían menos aprobación popular que los políticos. Claramente estas formas de asociación son en respuesta a esa crisis de representación de la clase trabajadora. Saludos!
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