Habiendo
nacido y llegado a la mayoría de edad en Italia, consideréiempre normal la participación del movimiento
católico en la vida social y sindical en un país. Figuras como el sacerdote
Luigi Sturzo o el desarrollo de un sindicalismo auténtico y de vertiente
católica, como es la CISL, forman parte de la historia social y sindical de ese
país.
Confieso
que en Uruguay nunca asocié la vida política y sindical con el credo católico. Personajes
como Mons. Partelli en su momento o el Cardenal Sturla hoy expresaron o expresan
opiniones políticas (en el sentido que
refieren a la “polis”) - compartidas o rechazadas - pero nunca han sido
considerados operadores del sistema político. Tampoco - y ahora me doy cuenta de
mi equivocación - nunca percibí en
Uruguay una vertiente católica en el movimiento sindical.
Para que me diera cuenta de mi
limitada visión, fue muy oportuna la invitación que me cursó Pedro Weinberg (ex
Director de Cinterfor en Uruguay) para integrar un panel en un encuentro
desarrollado en la Institución CEFIR, bajo el título “El Trabajo: clave del
desarrollo en el mundo global”. Compartí las mesas de debate con personas
representativas del mundo universitario y sindical como Eduardo Pereira
(Presidente del PIT-CNT), Jorge Mesa (Director de DINATRA y en su momento
secretario del SUNCA), Gerardo Caetano, Laura Alberti (del Secretariado
Ejecutivo del PIT/CNT), y los universitario Alma Espino, Marcos Supervielle y
Alberto Courriel.
De todos modos la figura más interesante y
destacada fue el sacerdote argentino Carlos Accaputo, Presidente de la Pastoral
Social de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Además de ser un intelectual de fuste,
Accaputo es la mano derecha del Papa Francisco en las cuestiones sociales y
laborales de América Latina.
En
el centro del debate estuvo la reciente encíclica papal “Laudato sí”. Como intelectual laico acepté
gustoso la experiencia de intervenir por primera vez en un intercambio de
reflexiones en torno a un tema católico, de algún modo “papal”. Siempre tenemos
mucho para aprender.
Efectivamente
la experiencia me enriqueció por dos motivos. El primero es que efectivamente
vale la pena leer la Encíclica, que sigue la linea de precedentes ilustres como
la “De Rerum Novarum”, la “Populorum Progressio” y la “Laborem Exercens”. El
documento (donde seguramente existió el asesoramiento del sacerdote Accaputo al
Papa) ingresa con profundidad en la cuestión social y plantea algunas ideas centrales: a) el trabajo
como una de las principales variables del modelo económico; b) el trabajo como
generador de dignidad en el vínculo entre el hombre y su ambiente; c) el
trabajo no limitado a la idea de la realización de tareas a cambio de un
salario, sino como expresión de creatividad, de puente hacia la valorización del
talento. Y el mensaje fuerte de la Encíclica es que no hay modelo económico
sustentable, sin la dignificación del trabajo humano, que sigue siendo la
verdadera clave del desarrollo en un mundo global.El segundo aspecto relevante de esta experiencia es que me permitió reparar en algo que había ignorado: la presencia de una vertiente cristiano-católica en el sistema de relaciones laborales nacional. Enfoqué mejor experiencias conocidas como la de CEALS, coincidente con el retorno del país a la vida democrática post-dictadura. El referido Centro de Estudios y Asesoramiento Laboral y Social, de inspiración católica, contribuyó a formar laboralistas importantes como mis colegas Hugo Barretto, Héctor Babace, Carlos Casalás, Gerardo Cedrola, o defensores de los derechos humanos como Juan Faroppa (y seguramente olvido otros nombres).
También el Prosecretario de Presidencia de la
República Juan Andrés Roballo (ex Inspector General del Trabajo) es católico,
mientras que ignoraba que el Presidente del PIT/CNT Fernando Pereira tiene
formación católica y se considera cristiano. Y como olvidar a uno de los
grandes sindicalista que tuve oportunidad de conocer como Juanjo Ramos, lider carismatico de AEBU, también
católico.
El
debate en CEFIR no fue un debate católico, sino un debate de intelectuales - de
orientación católica o laica - sobre el futuro del trabajo y la necesidad de
construir puentes y diálogo para enfrentar los desafíos de un futuro que nos
involucra a todos. Destacables en esas mesas redondas la exposición de Acaputto
- mostrando una iglesia bien cerca de la realidad y de la tierra - y de
Fernando Pereira. Este último habló de los desafíos actuales del movimiento
sindical, entre los que se encuentra el de promover formación ante las
transformaciones tecnológicas, los posibles cambios de la matriz productiva,
los vínculos de la organización sindical con otras entidades de la sociedad
civil (organizaciones de género, raza, migraciones, etc.).
Una conclusión que me motiva: nuestro
modelo social y sindical: es un modelo con una fuerte unidad de los
trabajadores, expresada en el PIT/CNT, pero también construido desde la
pluralidad, donde cohabitan socialistas, católicos y comunistas. En Italia fueron
necesarias tres organizaciones sindicales para representar esas diferentes
tendencias; en Uruguay la sabiduría (y solidaridad) de los trabajadores y la
superación de las diferencias sigue plasmándose desde hace más de 50 años en
una única central sindical.
Excelente reseña del evento. Sería importante que en algún momento puedas circular las notas de tu intervención, ya que las mismas fueron una aguda y heterodoxa mirada de los temas debatidos.
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ResponderBorrarLa reseña efectuada de la Jornada de CEFIR es excelente; en muy apretada síntesis el lector puede entender las principales claves de lo tratado y sus principales actores. De todos modos, creo que sería importante que transcribas tus notas expuestas al auditorio; son de una agudeza y heterodoxia que a más de uno nos asombró y nos dejó reflexionando;