Con mi colega Gerardo Cedrola concluímos hace unos días el primer curso de la asignatura “opcional”de posgrado de la Maestria de Derecho del Trabajo de la Udelar, que titulamos “Trabajo, Empleo y nuevas tecnologías”.
El desafío no fue menor, porque si bien desde hace algunos años ambos estamos estudiando el tema a partir de la experiencia que adquirimos en cursos de la Fundación ADAPT (Bergamo . Italia), nunca habíamos armado un curso de 20 horas finalizado al “futuro del trabajo”. Ello nos obligó a ordenar, clasificar y “pensar” cuáles son hoy los principales temas y desafíos que produce el encuentro del trabajo con las nuevas tecnologías.
La
propuesta arrancó con un examen de la vinculación de las tecnologías con los sistemas
de relaciones laborales, para luego introducirnos en las principales
innovaciones actuales y examinar los impactos que las mismas tienen sobre las
formas de trabajar y sobre la organización del trabajo.
También
investigamos los principales desafío del management del trabajo del
futuro, para luego debatir los temas “más difíciles” en la actualidad: las
políticas públicas y su rol con relación al empleo, las prestaciones sociales,
la formación profesional, los ajustes de la seguridad social, la salud, el
medioambiente, etc..
Creo que el curso funcionó, porque
tuvimos la suerte de contar con posgradistas muy atentos que retroalimentaron
con una rica experiencia personal los conocimientos de los docentes.
Además de hacer publicidad del curso
en este blog (lo admito), el motivo de
las reflexiones apuntan a una palabra nueva que con significado no idéntico,
hemos empleado Gerardo Cedrola y yo, en algunas clases: la palabra “hibridez”.
Tomamos la expresión de los modernos autos “híbridos” que operan a nafta y
electricidad, es decir que utilizan sistemas que combinan un motor de
combustión interna con un motor eléctrico.
¿Pero a que nos referimos Cedrola y
yo cuando afirmamos que el trabajo del futuro será un trabajo híbrido?
Cedrola apunta a la naturaleza
propia del trabajo y así como en los autos híbridos hay una combinación de
diversos elementos de propulsión, la “hibridez” de los trabajos futuros se
confirmará en una coexistencia del típico trabajo subordinado (que seguirá
existiendo), de formas diversas de trabajo autónomo y de una franja intermedia, en que se mezclará
en dosis diversas el trabajo subordinado y el trabajo autónomo. Evidentemente
esta tercera franja es la más innovadora, pero no todos los trabajos de esta
franja serán iguales: algunos se acercarán más al trabajo de tipo subordinado,
y otros más al autónomo. Corresponderá a la ley y a las políticas públicas
asignar reglas y tutelas distintas, teniendo en cuenta esta variada realidad.
Por mi parte, el concepto de trabajo
“hibrido” lo uso - y sobre ello he escrito recientemente - para referirme a la
construcción de la empleabilidad del futuro. Como en el caso del auto híbrido,
el trabajador no podrá impulsar su capacidad para encontrar y conservar un
trabajo en base a un solo “combustible” (por ejemplo, el título universitario).
Su formación - para alcanzar empleos de calidad - deberá ser necesariamente “híbrida”,
es decir conformada por
la suma de distintos componentes que deben sumarse a los conocimientos técnicos
y profesionales: a) competencias digitales e informáticas; b) habilidades de
comunicación; c) modalidades de colaboración en un ambiente de trabajo menos
jerarquizado. Es evidente que ello tiene como consecuencia la valorización o
desvalorización de los conocimientos técnicos/profesionales de determinado
sujeto. Un trabajador que solo posea conocimientos técnicos, será menos
requerido que otro trabajador con conocimientos informáticos y con competencias
colaborativas; mejor si dominara más de un idiomas.
Más allá del contenido semántico de
la palabra “hibridez”, consideramos que la misma irá imponiéndose en el
lenguaje de las relaciones laborales, porque las variadas realidades y las
múltiples exigencias que requerirán las tareas del futuro, así lo reclaman. En
el futuro el trabajo ya no responderá a criterios uniformes y nos moveremos a
través de impulsos diversos.
En fin, ... a no quedarnos atrás. ¡A
mejorar el proceso de combustión de nuestros motores, que no son otros que las
competencias y las habilidades laborales que mostremos en nuestra formación
técnica!
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