El reciente Decreto Poder Ejecutivo de 21 de marzo pasado que faculta al Ministerio del Interior a disponer las medidas pertinentes tendientes a “preservar el uso público de las calles, caminos y carreteras cuyo tránsito se pretenda obstaculizar o interrumpir por personas, vehículos u objetos de cualquier naturaleza”, renueva un debate siempre actual: ¿El piquete es una expresión legítima del Derecho de Huelga?”
Esta modalidad de protesta,
que implica la interrupción del tránsito o el obstáculo al ingreso en el lugar
de trabajo, nace en las zonas rurales italianas a fines del siglo XIX,
promovidas por los movimientos de tendencia anarquista. En efecto el piquete (picchettagio, en italiano) fue el
instrumento empleado por los campesinos asalariados – reunidos en los primeros gremios rurales
del norte de Italia -, para impedir el ingreso de compañeros de trabajos a las
hilanderías o las incipientes plantas agroindustriales. Como ocupar una fábrica
en esa época hubiera sido considerado un acto delictivo, los trabajadores se
colocaban al frente del portón de ingreso, para impedir el ingreso de los
trabajadores que no seplegaban a la huelga. A estos últimos se los llamaba crumiri, euivalente a la expresión
“carneros” en español.
La primera reflexión
apunta al hecho que el piquete es una manifestación bastante reciente en la
historia de las relaciones laborales en Uruguay, que siempre se caracterizó
porque las ocupaciones directas de las fábricas.
La segunda reflexión recuerda
que el piquete – más que la ocupación – por su propia forma de expresión
implica el conflicto entre tres actores: la empresa, los trabajadores
huelguistas y los trabajadores que no se adhieren a la huelga y quieren ingresar
a trabajar. El piquete apunta a estos últimos, más que al empleador. La
finalidad principal es que no ingreses los compañeros de trabajo, para constreñir
al empleador a parar la fábrica.
Como
expresa la doctrina italiana, el piquete se afirma en un contexto en que existe
un conflicto entre trabajadores (por un lado), que quieren seguir trabajando y
trabajadores huelguistas (por el otro);
es en definitiva un conflicto entre la libertad
de trabajo y la libertad de huelga, entre la libertad sindical “negativa” de
los primeros (decir no a la huelga) y
libertad sindical “positiva” de los segundos (Carinci F., De Luca Tamajo R., Tosi P.
y Treu T., Diritto del Lavoro - T. I, Diritto Sindacale, 5a
edic., Turín, 2003, p. 263)
El
piquete, según su significación común, se expresa en un conjunto – más o menos
significativo - de trabajadores de la misma empresa o de otras empresas
(piquete de solidaridad), que conformar una barrera “humana” frente a la
entrada de la fábrica u oficinas, para disuadir, molestar, bloquear a los trabajadores que quieren ingresar a trabajar
(ob. cit.).
La
verdadera problemática del piquete refiere a sus límites, que van desde el
piquete disuasivo o persuasivo al piquete violento. En general la doctrina
italiana (y la nacional) admiten el piquete pacífico, es decir aquel que se
expresa en una acción de persuasión (aún enérgica o – dice la doctrina italiana
- vivaz), pero sin bloquear el
ingreso de los trabajadores a la empresa. En este tipo de piquete los huelguistas
dejan un estrecho pasaje por donde los huelguistas pueden ingresar al lugar de
trabajo y en ese espacio generalmente intentan persuadir o insultar verbalmente
a los compañeros de trabajo.
En
cambio, en el caso del piquete “violento”, la resistencia de la barrera humana
aumenta de voltaje para volverse una actividad violenta, con amenazas, posbiles
golpes y obstrucción para ingresar al lugar de trabajo.
Entendemos
– con Carinci et al. (ob. Cit., p. 267) - que mientra el piquete pacífico es
una expresión del derecho de huelga, el piquete violento excede el límite de la
huelga lícita porque si bien se ejerce invocando el derecho reconocido por el art.
57 de la Constitución, vulnera otros importantes derechos constitucionales,
como el derecho al trabajo y a la seguridad (art. 7), y el derecho a la libre
circulación (22 de la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos, Pacto
de San José de Costa Rica).
Para
reafirmar nuestra idea consideramos que el piquete persuasivo forma parte del
derecho de huelga y de la libertad de comunicación y/o de expresión de la
propia actividad sindical, mientras que el piquete violento actuado por medios
de intimidazión inusuales, no solo desconoce y se opone al ejercicio de otros
derechos ciudadanos constitucionalmente relevantes, sino que puede alcanzar un comportamente incluso
penalmente relevante (idem, ob. Cit) .
Por
lo expuesto, compartimos que el Presidente del Pit-CNT Fernando Pereira prometa
“racionalidad” en las protestas callejeras, que pueda realizar la central
sindical, para que no se impida nunca por completo la libre circulación (en El
Pais del 29 de marzo 2017, p. 6). Tal racionalidad no solo tendrá efectos
positivos sobre la población, sino incluso sobre el propio movimiento sindical,
muchas veces censurado por la opinión pública cuando opta por formas de
protesta que coliden con otros derechos constitucionalmente relevantes
Con el mejor ánimo de complementar su idea Dr.Raso: http://www.elpais.com.uy/economia-y-mercado/piquetes-regulacion-impropia.html. Cordial saludo
ResponderBorrarjuan raso , tiene usted correo o forma de contacto ?
ResponderBorrarSaludos, leyendo un libro de historia Dominicana hace mención de una rebelion en Haití a mediados de abril 1844 de los campesinos contra el sistema y sus gobernantes, los cuales fueron conocidos como "Piquets" por estar armados de estacas. Que podría ser un aoriegen de protestas del pueblo contra el gobierno y el llamado de piquetes. Más antiguo que el italiano que hace mención. La información la encontré en el libro "Antes y después del 27 de febrero del hisriador Roberto Cassá"
ResponderBorrarGracias Victor; desconocía este probable origen.
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