Las
relaciones laborales en las últimas dos décadas se han vuelto mucho más
complejas. Mi querido profe Héctor-Hugo Barbagelata escribía: “Como en el teatro, podemos
distinguir (en las relaciones laborales) protagonistas y figuras secundarias,
e incluso meros figurantes. Pero no olvidemos que la importancia del papel de
cada actor – protagonista o de reparto - , dependerá de los condicionamientos
de la situación y de la habilidad con que
actúa”.
La
cuestión que deseo compartir es la sensación que los actores secundarios
(muchos o algunos) se están empoderando cada vez más del sistema, suben a las
tablas y opacan a los actores principales Algunos actores son muy visibles
(organizaciones de género, de étnias, incipientes ambientalistas, etc.), otros
actúas de forma difusa y muchas veces son invisibles (o casi) como las
multinacionales o las redes sociales. Señala Zygmunt Bauman (y recojo la
expresión de un trabajo realizado por el colega Rafael Rodríguez): “Debido a la
globalización, el Estado nacional se erosiona, se extingue ante fuerzas
transnacionales invisibles que operan fuera de la capacidad de planificación y
acción de cualquiera, su papel ha cambiado, ha perdido el derecho a aplicar las
reglas para administrar un territorio e imponer orden. La función más ausente
es la de mantener el equilibrio dinámico entre ritmos de consumo y
productividad e imponer barreras o estímulos comerciales. Al anularse su
soberanía, independencia y clase política y ante fuertes presiones de los
grandes capitales, los Estados débiles fungen como servicios de seguridad para
las megaempresas y se les impide participar en los aspectos económicos a riesgo
de feroces sanciones” (“La globalización. Consecuencia humanas”).
La
presencia de los nuevos actores ha modificado la estructura de los sistemas de
relaciones laborales:
Graficación
tradicional (OIT, Dunlop, etc.) del sistema de RRLL:
La estructura del sistema aparece
como un “triangulo equilátero”
Es una visión estática, no exenta de
una carga ideológica, pero que responde a la lógica del siglo XX, cuando los
actores principales eran realmente “principales”.
Graficación
compleja
La estructura de un sistema de
relaciones laborales se vuelve mucho más compleja y los actores secundarios
asumen roles cada vez más determinantes en el proceso de regulación del
sistema. Ya no se llaman actores secundarios, sino que se califican con la
expresión inglesa Stakeholders, no
fácil de traducir, pero que marca su participación en la acción. La gráfica
cambia:
Stakeholders:
organizaciones internacionales
empresas multinacionales
asociaciones vecinales
organizaciones civiles (genero, ambientalistas,
antidisciminaciòn)
agencias del Estado (BPS, DGI, Inspección, Consejos)
subcontratistas y empleo indirecto
clientes internos y externos (Normas ISO y similares)
empleo gerenciado por empresas virtuales
trabajadores autónomos o semi-autónomos
opinión pública
accionistas
Empresas y Sindicatos y
CEO trabajadores subordinados
ESTADO
Algunas proyecciones:
a)
La empresa ya no es manejada por el patrono-propietario: las decisiones las
asume el CEO (Chief Executive Officer), quien debe tener en cuenta a todos los actores involucrado: no solo
a los accionistas y al Sindicato;
b)
existen un conflicto interno a la empresa entre accionistas que quieren más
dividendos, CEO que quiere mayores inversiones y Sindicato que quiera mayores
salarios;
c)
existe un conflicto más amplio en lo externo donde accionistas, CEO y
trabajadores deben responder y hacerse cargo de las demandas de los
stakeholders;
d)
los accionistas generalmente no son nacionales y son fluctuantes: se dirigen a
Estados que brinden seguridades de actuación a sus capitales. Esto produce un
conflicto Accionistas-Estado-Sindicatos;
e)
pueden existir relaciones de cooperación entre CEO y sindicatos para frenar las
expectativas de los accionistas y de los stakeholders;
f)
la fuerza de los stakehoolders de la sociedad civil depende de su capacidad de
solidarizarse y asociarse;
g)
las decisiones estratégicas de un CEO y/o de un sindicato dependen en gran
medida de la información que tengan sobre los accionistas y los stakeholders.
h)
Un acuerdo que CEO y sindicatos consideren beneficioso - aún avalado por el
Estado - puede ser rechazado por los accionistas y los demás actores del
sistema.
Como dijimos, estas son tan solo
“algunas proyecciones”: la lista parece multiplicarse a partir de nuevas
realidades tecnológicas y financieras. La cuestión – como siempre - no es
asustarse, sino seguir estudiando e interviniendo en las relaciones laborales
para entender y prevenir los efectos negativos para las personas y la sociedad.
Los
cambios – aunque generen el miedo de lo no conocido - no son necesariamente
malos; es más, pueden abrirnos nuevos e mejores espacios de vida, siempre que
sepamos dominarlos.
Como expresa mi colega colombiano
Oscar Blanco la invención de la imprenta rompió el monopolio del saber de unos
pocos, para lograr el acceso popular a los conocimientos. De eso se trata:
debemos tener actitud frente a los cambios y saber observar a los nuevos
actores para aprender a vivir en un mundo real.
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