lunes, 1 de mayo de 2023

Un 1° de Mayo de cara al futuro

Hay una idea de la apreciada colega española María Luz Rodríguez que invoco cada vez que reflexiono sobre el futuro del trabajo y los desafíos de la organización sindical, en mi país y en el mundo: “no podemos mirar el futuro con los ojos del pasado; pero tampoco podemos olvidar el pasado al mirar el futuro”. 

Hoy - 1° de mayo - el pasado y el futuro de los trabajadores están una vez más en jaque ante el desarrollo veloz e imparable de las nuevas tecnologías que construyen nuevas desigualdades entre quienes prestan su labor física e intelectual y los dueños de los medios de producción de alta tecnología. Mucho se ha hablado en estos días - con la opinión de importante referentes mundiales - sobre las amenazas que la Inteligencia Artificial en nuestras sociedades. Poco - especialmente poco desde los sindicatos - se habla de las amenazas directas e indirectas de la IA sobre el colectivo de trabajadores, hoy muchos más amplio que los “tradicionales” trabajadores subordinados. 

Estamos ante transformaciones tan radicales en los modos de producción y de prestación de los servicios, que debe ser punto central de la agenda sindical la participación en la construcción del futuro, sin limitarse a establecer frágiles líneas de defensa ante una realidad que - irresistiblemente - cambia. 

Dos cuestiones importan señalar en la oportunidad que siempre brinda el 1° de Mayo para la reflexión: la construcción de nuevas solidaridades y la definición del conflicto y la negociación en la dimensión digital.

Sobre el primer punto - la solidaridad sindical en el siglo XXI - el sindicato debe construir solidaridades en tiempos de trabajo remoto, aplicaciones y trabajadores no necesariamente asalariados. Las transformaciones del trabajo, al reducir la dimensión de trabajo subordinado, base del movimiento sindical, erosionan inevitablemente la fuerza de la organización. En el nuevo sistema de relaciones laborales desaparece en muchos casos la subordinación y la “presencialidad”, que eran requisitos básico para organizar en asambleas de fábrica (o de oficina) el sindicato. 

En la sociedad digital del siglo XXI - con sus nuevas modalidades de trabajo de naturaleza semi-dependiente o presuntamente independiente, y en muchos casos con colectivos de trabajadores dispersos en diversos países del globo - los derechos sindicales están en riesgo. 

Finalmente, ante una realidad productiva cada vez más globalizada y dominada por las grandes empresas transnacionales, las organizaciones sindicales deben construir solidaridad en lo que llamamos la “dimensión internacional del trabajo”: Mientras naturalizamos las alianzas de los Estados y las empresa multinacionales en un contexto de economía de mercado global, más dificultosa es la unión de organizaciones sindicales fuera de sus territorios. Aun no se ha logrado construir una solidaridad regional o internacional, que permita potenciar la acción sindical común en los espacios transnacionales. Entendemos que las organizaciones sindicales latinoamericanas siguen ancladas a ideologías y regulaciones nacionales muy marcadas, que le impiden construir la necesaria unidad regional, que es la base para la promoción de una verdadera y eficaz acción transnacional.

La segunda cuestión - el conflicto y la negociación en tiempos de Inteligencia Artificial -  me remite a las palabras de otro autor español, Göerlich Peset, quien expresa que la acción sindical deberá considerar en los próximos años una realidad. en la que  va desapareciendo la concentración de trabajadores en las unidades productivas, por lo que el sindicato deberá buscar nuevos instrumentos y territorios para su actuación. En la dimensión virtual cobran protagonismo por un lado los propios mecanismos de comunicación e información de la sociedad digital, que sustituyen las formas clásicas del pasado, y por el otro, nuevos elementos como las redes sociales y otras herramientas tecnológicas, que abren nuevas posibilidades para llevar la acción sindical al ciberespacio. 

En tal sentido, las TICs adquieren especial protagonismo en la acción sindical contemporánea, no solo porque permiten la comunicación entre los afiliados y la dirección del sindicato para definir las acciones a emprender en caso de un conflicto, sino también porque las propias tecnologías de la información y comunicación permitirán la amplificación del conflicto mediante el uso de las redes sociales, y al mismo tiempo posibilitarán medidas alternativas como la denuncia, la difusión de mensajes a la ciudadanía, los piquetes informáticos, etc.

En esta lógica, el derecho colectivo y en especial la huelga enfrentan desafíos nuevos en la compleja realidad digital, en la que se profundizan las asimetrías de poder entre empleadores (no siempre fácilmente definibles como tales) y trabajadores (ya no solo aquellos calificados como dependientes). 

Los cambios impactan sobre la titularidad de los derechos sindicales (que entendemos no podrán limitarse exclusivamente a los trabajadores subordinados y sus organizaciones) y sobre la necesidad de ampliar el espectro legítimo de los reclamos laborales, vinculando los mismos a las necesidades de la sociedad y de los ciudadano-trabajadores (pensamos en temas como el ambiente, los derechos humanos, la tutela de  nuevos derechos a nivel de la empresa).

Si por un lado las tecnologías amplifican las posibilidades de acción, extendiendo las comunicaciones a través de redes y aplicaciones, esas mismas tecnologías 

fortalecen al sujeto empleador a través de nuevos instrumentos de control y con la posibilidad de sustituir trabajadores con robots rompehuelgas. 

Entendemos - la negación sería la peor estrategia - en esta fecha tan cara al movimiento sindical que las organizaciones sindicales no han aún asumido un rol activo ante las complejidades de este nuevo modelo virtual de gestión del trabajo. En general, los sindicatos consideran que las nuevas tecnologías son peligrosas para los trabajadores (lo cual es una percepción correcta), pero no reaccionan en forma adecuada, sino que optan por ignorar estos cambios, pensado que la ignorancia de las nuevas realidades reduce los problemas. Por tal motivo son prácticamente nulos los ejemplos de uso de las tecnología en la huelga, y pobre la negociación colectiva sobre derecho y objetivos nuevos.  

En definitiva, retomando la afirmación inicial, hoy más que nunca y sin olvidar el pasado, el sindicato debe construir su futuro.


 

1 comentario:

  1. El trabajador sigue enfrentando violencia y acoso laboral, tambien sufre la agresiva competencia yendo hacia y saliendo de sus lugares de trabajo y en sus horas de descanso en sociedad

    ResponderBorrar