El “discurso” tradicional ha sido que altos salarios y protecciones laborales son causa de desempleo, motivo por el cual los beneficio de algunos son pagados por el desempleo de otros. Ya en los años ’90 del siglo pasado, escribíamos que “bajo la consigna de facilitar el acceso al empleo para todos, se acusa al Derecho del trabajo de ser la causa del desempleo, frenar el desarrollo económico, impedir el mejoramiento de la calidad de vida (nueva bandera que suplanta con criterios individualistas la solidariedad de otras épocas)”.
Nada mejor para confirmar estas idéas – aunque la confirmación llegue recién ahora – que el Premio Nobel de la economía haya sido otorgado al canadiense David Card, junto al norteamericano Joshua Angrist y al holandés Guido Imbens, “por sus contribuciones a la economía laboral y en el análisis de las relaciones causales”.
No es la primera vez que el Nobel de Economía se otorga a especialistas de relaciones laborales: recordemos a John Nash – inmortalizado en esa extraordinaria película que fue “Una mente brillante” – quien teorizó sobre el equilibrio en la Teoría de Juegos en nuestra disciplina (ver nuestro post del 16 de junio de 2015).
De los tres premiados, destacamos precisamente los trabajos del canadiense David Card, quien – como expresa esta mañana El País de Madrid – recibió el premio “por analizar los efectos del salario mínimo, la inmigración y la educación en el mercado laboral. El economista mostró, por ejemplo, que aumentar el salario mínimo no necesariamente conduce a menos puestos de trabajo, lo que representa una revolución en "la sabiduría convencional" y una "mejor comprensión de cómo funciona el mercado laboral que hace 30 años", según el jurado de la Academia” (Denise Lopez, El País, Madrid, 12 de Octubre de 2021).
La nota periodística recuerda que “a principios de la década de 1990 se impuso la idea de que un salario mínimo alto conduce a una menor tasa de empleo porque aumentan los costos salariales para las empresas. Sin embargo, la conclusión de Card y su colega Alan Krueger, ahora fallecido, es que los efectos negativos de este incremento son residuales”.
¿Como llegó a esta conclusión el premiado economista de la Universidad de Berkeley? Así lo explica Marcos Lema en el periódico español “El Confidencia-Economía” de ayer: “David Card estudió en 1992 el efecto del alza del SMI en los restaurantes de comida rápida de Nueva Jersey. El estado creó empleo y los salarios subieron, pero también el precio del menú. El experimento fue muy intuitivo. Por un lado, se estudió el efecto de la medida en los restaurantes de Nueva Jersey. Por otro, se emplearon como grupo de control los restaurantes de Pensilvania, ya que, según apuntan los autores, "los patrones estacionales de empleo son similares" en ambos estados. Esta herramienta, muy habitual en las ciencias sociales, permite eliminar el efecto que tienen en el resultado final otras variables diferentes a la que se pretende comprobar. Las cadenas de comida rápida, como Burger King o KFC, fueron el sector elegido, ya que, en aquel entonces, era el que empleaba a más trabajadores de salario bajo. La primera oleada de entrevistas se realizó entre febrero y marzo de 1992 y la segunda, entre noviembre y diciembre del mismo año. Entre ambos momentos, los investigadores apuntaron todos los cambios que se producían (como el cierre de puntos de venta, por ejemplo) para evitar distorsiones en el estudio. En la segunda fase, lograron repetir el trabajo de campo en el 99,8% de los restaurantes” https://www.elconfidencial.
com/economia/2021-10-11/premio-nobel-salario-minimo-destruccion-empleo_3304909/
“Las conclusiones – expresa Lema - fueron las siguientes: el salario medio de entrada había subido un 10% en Nueva Jersey, mientras que el salario medio se había incrementado un 3,1%. En ese estado, no solo no se había destruido empleo a tiempo completo, sino que se había creado, al contrario que en Pensilvania. Incluso se produjo una "pequeña y estadísticamente insignificante" migración de trabajadores desde el territorio que no había aumentado el salario mínimo hacia el que sí lo había hecho. La única consecuencia negativa fue para los consumidores: el precio del menú aumentó más al este que al oeste del río Delaware, aunque los investigadores matizan que los establecimientos más sensibles a la medida no encarecieron más sus productos que los menos afectados”
Siempre entendí – y vale la pena hoy confirmarlo con un especialista de altísimo - nivel que los bajos salarios son compañeros de ruta del desempleo y ambos son consecuencia y no causa de las crisis económicas. Solo las políticas anticíclicas en época de crisis podrán revertir el vínculo entre bajos salarios y alto desempleo.
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