Mi ventaja es contar con un equipo genial de colegas más jóvenes que me permiten mantener actualizado en los temas del Derecho del trabajo y las relaciones laborales. En una clase de la semana pasada (por supuesto por zoom), una colega de este grupo interviene y dice al pasar: “... porque la feminización de la banca....”. La intervención me llama la atención, me quedo con la idea - que expresa algo de nuevo para mi - y quiero entender más. Pregunto y otro colega me aporta los datos que necesito y que entiendo vale la pena consignar en este “post”.
Los datos refieren a la actividad financiera y por tal debe entenderse un sector que abarca no solo los bancos (oficiales y privados), sino también empresas financieras y cooperativas, empresas transportadoras, AEBU y demás actividades vinculadas al Grupo, y que son tributaria de la Caja Bancaria. Los datos son elocuentes y - para mi - sorprendentes: En una encuesta realizada a 853 trabajadoras/es del sector, el 58,3% de las contestaciones son de mujeres y el 41,7% de hombres.
A partir de estos datos, hago más preguntas y me llegan rápidos algunos insumos para entender mejor la situación y obtener datos más precisos. Un documento valioso es la Memoria Actuarial 2019 de la Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias, que reporta un cuadro comparativo por sexo con este interesante resultado:
a) En 2019 en la franja etaria hasta 40 años, más de dos tercios de los afiliados activos del sector son mujeres;
b) En el mismo año y en la franja superior a los 50 años, dos tercios de los afiliados activos del sector son hombres.
Un ejemplo explica en términos numéricos el cambio:
• en la franja entre 30 y 35 años en diciembre de 2019 había 1847 mujeres y 1010 hombres;
• en elmismo año, en la franja entre 55 y 60 años había 1482 mujeres y 2061 hombres.
Ello significa ni más ni menos que en los últimos diez/quince años se ha producido un cambio copernicano desde la masculinización a la femenización de la actividad. Lo más importante es que seguramente esta realidad se proyectará con más fuerza hacia el futuro, porque son precisamente las trabajadoras jóvenes que dan vuelta a las estadísticas y todo indica que la tendencia se mantendrá.
Si bien la expresión “femenización del empleo” está muchas veces vinculada - a partir de los estudio de la socióloga y politóloga alemana Renate Rott - a la condición de mujeres y pobreza y la naturalización de las sobrecargas de trabajo que tiene la mujer, usamos en esta oportunidad la expresión para referirnos a un fenómeno de extremo interés: el crecimiento del empleo femenino en un espacio de empleo decente y - en general - adecuadamente remunerado, que además tiene importancia en decisiones que inciden sobre el consumo, los temas económicos/empresariales, en definitiva el mercado.
Los datos, que confirman un viraje importante en las variables “genero” y “empleo en el sector”, que producen muchas otras preguntas:
• ¿El sector es consciente de este cambio en la conformación de las plantillas laborales en función de la variable sexo?
• ¿En que medida estos cambios inciden en los roles gerenciales de las empresas?
• ¿Existe una equiparación salarial real entre hombres y mujeres en la actividad financiera?
• ¿En una actividad de alta educación existen brechas reportadas al género?
• ¿Cual es la actitud de las mujeres ante la organización sindical?
• ¿En que médida AEBU recoge el cambio hoy en acto?
Son preguntas que planteo sin tener los conocimientos necesarios para contestarla. Mi deseo es solo visibilizar esta situación y eventualmente promover un debate.
Para mayores datos sobre la conformación de los trabajadores activos del sector, ver:
https://www.cjpb.org.uy/wp-content/uploads/repositorio/memoriaBalance/memoria2019-actuarial.pdf
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