domingo, 21 de febrero de 2016

El impacto de Anomalisa



              No me gusta escribir por escribir. Hace falta tema e inspiración. Pero hoy - tema e inspiración - llegan simultáneamente por cuatro vías distintas.
              Un lector de este blog se pregunta/me pregunta: “Si las empresas pretenden ganar eficiencia sustituyendo trabajadores con tecnologías e incrementando así ganancias y desempleo ¿quien comprará sus productos y servicios?”
             Por su parte, un asistente de la catedra, me envía algunas reflexiones del filósofo polaco Zygmunt Bauman: “Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho”. Lo que se consume, lo que se compra “son solo sedantes morales que tranquilizan nuestros escrúpulos éticos... El padre o la madre dedican parte del sueldo a comprar la consola al hijo, porque se sienten culpables al no dedicarles tiempo. Le hacen el regalo, pero el modelo queda obsoleto pronto y se comprometen a facilitarle el siguiente. Para pagarlo necesitarás más éxito profesional, estar más disponibles para el jefe, usar un tiempo que quitarás a tu familia...”.
            El tercer insumo me llega de una periodista del portal Sala de Redacción de UdelaR, que está investigando el “multiempleo” y me pregunta si se aplican los artículos 5, 6 y 7 de la Ley 5.350, que prohíben o limitan severamente el multiempleo. Le contesto que no: los artículos están vigentes, pero no se aplican. No lo entiende mucho, pero así es la realidad. Trato de explicarle.
           Finalmente hoy fui a ver la película “Anomalisa”, un verdadero impacto. La película - nominada al Oscar - habla de los sentimientos humanos: de la soledad, el amor, las angustias de la comunicación cada vez más difícil en nuestra sociedad. Es una película para un público adulto, hay hasta escenas de sexo más o menos explícito. Lo que sorprende es que los actores no son seres de carne y hueso: ¡son muñecos! Más aún: ¡muñecos, que tienen todos la misma cara y la misma voz, salvo Anomalisa!

            ¿Que nos está pasando si necesitamos muñecos para representar nuestras alegrías y nuestros dolores? No es casual que el protagonista masculino de Anomalisa es Michael Stone, un experto en comunicación que dicta conferencias sobre un tema estudiado en nuestras clases: la satisfacción del cliente. Es consciente que sus exposiciones han perdido toda originalidad y ya cree poco en lo que dice. 
            ¡Cuantas anomalías marcan nuestra actual condición humana!, Queremos productos y servicios más baratos y salarios más altos; estamos dispuestos a trabajar donde sea y como sea, aunque el precio es alto: ansiedad, depresión, miedo, trastornos psicosomáticos, etc.; buscamos tranquilidad económica y nos aterra el miedo de quedarnos sin trabajo. 
           La sociedad contemporánea nos muestra un nuevo paradigma que vincula el consumo al éxito y la limitación del consumo al fracaso. Sin embargo, el éxito finalizado al consumo es un éxito precario, líquido (en la terminología de Bauman), inestable: el verdadero éxito tiene que ver con valores vinculados a la sensibilidad, a la ética, a los conocimientos.  
 Mis palabras no convencen a las nuevas generaciones, que con una mentalidad cortoplacista quieren alcanzar esa llamado “éxito”, cuyo instrumento de mesura es el dinero. Así como en la historia de Fausto, el nuevo trabajador – aterrado por los peligros del desempleo – vende su salud al trabajo sin límite, llámese multiempleo, trabajo a la orden, disponibilidad continua, etc. ; Las luchas para la limitación del tiempo de trabajo han quedado atrás. Hoy cuando hablo de la limitación de la jornada de trabajo, parece que invoco costumbres de un pasado lejano, y por lo tanto tengo que justificarme con mis alumnos: “la cuestión es que yo trabajé también en el siglo pasado”. Suspiran y muestran comprensión (... o compasión).

            Me pregunto en que medida debo cambiar el contenido de mis clases. Sigo creyendo en la construcción de un derecho del trabajo modelado en torno a ese trabajador subordinado, que vivía en un mundo – sin riquezas, sin tarjetas de crédito – pero razonablemente seguro, donde cada uno tenía un lugar en la mesa: el empresario, el profesional, el empleado, el obrero. En ese mundo las Instituciones (con mayúscula) contribuían a fortalecer la red de tutelas materiales, sociales y psicológicas. La familia, la religión, la política, los medios de comunicación, la educación pública brindaban seguridades a los individuos. No se conocía el “coaching” de los trabajadores.

            En aquella sociedad de bienestar no era necesario ser ricos: la mayoría de los trabajadores recibía el salario necesario para vivir en familia en condiciones de dignidad y ese mundo premiaba con una jubilación a quienes habían trabajado a lo largo de la vida. En esa realidad era fácil construir solidaridad: solidaridad religiosa, solidaridad política, solidaridad de clase; pero también solidaridad entre jóvenes y ancianos.  En esa dimensión social no existían ni guardias de seguridad privados ni empresas con “servicio de acompañantes”, porque era el Estado que se ocupaba de la seguridad y la familia, la que acompañaba a sus enfermos.
            Temo – como el Michael Stone de Anomalisa –perder credibilidad en mis reflexiones. Me miro al espejo para entender si mi cara está tomando los rasgos de ese muñeco. Parecería que por ahora no. Pero el riesgo es ese: volvernos autómatas, como el último regalo que Stone compró a su hijo.







2 comentarios:

  1. Està claro que el nuevo siglo està empezando, que promete crisis y que tendremos que aprender todo de nuevo. Que no va a ser el mas fuerte el que prevalezca, sino el que mejor se adapte y para esto se necesita informaciòn e inteligencia para sintetizarla.

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  2. Lo note en estas reflexiones mas pesimista que de costumbre.
    Y se que esa no es su naturaleza.
    No se afliga, no es tan dramático. Usted por su edad tiene otras bases, yo por las mías otras y mis hijas (una de nueve años y un bebe de dos meses) seguramente tendrán otras.
    Siempre hubieron desafíos, en este siglo hubieron dos guerras mundiales, la información y la tecnología también hacen que todo sea mas transparente.
    Stalin engaño a los franceses cuando fueron a ver Rusia y les mostró un país prospero mientras muchos NIÑOS!! morían de hambre.
    Hoy eso no podría pasar porque la tecnología no lo permitiría, es verdad lo de la inmediatez y el pluriempleo pero en la época de los ciervos la gente moría literalmente trabajando.
    Simplemente esta cambiando el modo de hacer las cosas y estamos cambiando nosotros.
    Se accede mas al estudio sin tener que tomar un ómnibus para ir a facultad y eso es bueno.
    En su enfoque se concentra en las cosas malas y no en las buenas.
    Y me temo a decir que en realidad lo que usted siente cuando se encuentra con amigos capas es similar a lo que hacen las nuevas generaciones cuando interactuan por Faceboock.
    Pero aparte nada supera al ser-humano como especie sobre la tierra y menos a sus relaciones, necesitamos de nuestros sentidos.
    No se olvide de la tan mentada frase que generación a generación muchas veces se repite.
    Todo tiempo pasado fue mejor.
    La juventud esta perdida.
    Hasta luego estimado profesor.

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