martes, 13 de diciembre de 2016

Mi robot y yo


Me recibí en 1975: en mi título está impresa la expresión “El año de la Orientalidad”; palabras de recuerdo doloroso, que por suerte hoy los jóvenes ignoran. 

En 1975 imaginaba un Siglo XXI lleno de robots. Eran maquinas con forma de muñecos de metal, que se dedicaban principalmente a limpiar nuestras casas y a realizar otras tareas fatigoso. Imaginaba en esos años que esos robots aliviarían a los seres humanos del trabajo penoso, para que éstos pudieran dedicarse a tareas inteligentes y motivadoras, además de descansar tres o cuatro días a la semana.

No imaginaba en 1975 que los robots serían “voces” que nos guiarían a través de conversaciones telefónicas, ni máquinas que contaran y expendieran dinero, ni aplicaciones que nos enviaran una pizza a domicilio.


Entre los nuevos robots, me he aficionado en particular a uno: Spotify, el streaming que me permiten de poseer la más vasta discoteca del mundo: yo… y (hoy) más de 100 millones de personas.  Comparto con Spotify más tiempo que con mi familia: lo escucho mientras voy al trabajo, en mi escritorio, con auriculares durante mis diarias caminatas.
            Ayer Spotify me hizo llegar un regalo de Navidad: es el primer regalo que recibo en estas fiestas, un regalo que me impresiona: ¡los 30 principales temas musicales que he escuchado en el año 2016! Ahí están Lucio Dalla, Johnny Cash, Sabina, pero también Chopin, Francis Lay  y Vivaldi. Me pregunto ingenuamente si fui el único destinatario de ese regalo o si también los otros 100 millones de escuchas recibieron el mismo día y a la misma hora su álbum musical personal.
            ¿Qué procesos tecnológicos permitieron a Spotify almacenar la información a lo largo de todo el año para armar ese álbum con mis 30 piezas musicales? Si Spotify conoce mis elecciones musicales, seguramente otros robots – quizás aliados entre sí – ya conocen todo de mí: no solo la música, sino también mis luces y mis sombras; lo que como y lo que gasto; como me visto y donde me agrada transcurrir el tiempo libre. Nadie en mi vida tuvo tanto poder, como ellos ahora. Me asusto, pero por supuesto sigo tarareando La Gazza Ladra, que Bluetooth ha conectado al parlante de mi auto.
            Mientras tanto millones de trabajadores siguen realizando fatigosas tareas bajo la conducción de expertos robots, construidos por pocos e talentosos individuos.

            ¿El próximo año – me pregunto – la Navidad será una aplicación?
 



domingo, 13 de noviembre de 2016

El futuro del trabajo: una cuestión de sustentabilidad



Escribo desde el Aeropuerto de Malpensa (Milàn), donde emprenderé en dos horas el vuelo de regreso a Montevideo. He sido invitado por la Universidad de Bérgamo a debatir con otros colegas de distintas universidades de Europa, Estados Unidos y Asia la cuestión del trabajo del futuro y su sustentabilidad. La posibilidad de confrontarme con “popes” de las relaciones laborales como Richard Hyman  (London School of Economicas de Londres),  Peter Cappelli (Wharton School de Pennsylvania), Laszló Andor (Corvinus University of Budapest) y Michele Tiraboschi (profesor de la universidad anfitriona) ha sido única. Pero también aparecieron voces nuevas de jóvenes expertos sobre el futuro como Anna Ginés y Fabrellas y Adrián Todolí Signes de España y Francesco Seghezzi de Italia..
            La cabeza aún me hace “ruido” y por más atención y compromiso que haya puesto en los tres días de trabajo, la mayoría de las respuestas no son siempre claras, a veces aparecen contradictorias y no siempre se coincide sobre la visión de un futuro, que ya va insertándose en nuestra vida diaria.
            Más que expresar mi punto de vista, prefiero informarles en esta oportunidad sobre algunos aspectos del debate, de los que he tomado nota. Es tan solo un elenco de los desafíos que nos esperan en el próximo futuro y es bueno que tengamos a mano una agenda de los temas y problemas que se plantean. Cada uno de ellos podría ameritar una jornada de discusión. Veamos los que más me han llamado la atención:
·         El gran desafío es construir trabajo sustentable para el futuro, entendiendo por tal un trabajo más decoroso y menos vulnerable a los cambios.
·         La realidad a tomar en cuenta es compleja y no incluye solo las nuevas tecnologías. El futuro tiene que ver con la estructuración y organización de la fuerza de trabajo, la educación, las competencias, las ofertas y demandas de trabajo, la mobilidad funcional, la conexión de la formación con el aprendizaje, y no últimos los problemas de salud del trabajador.
·         He aprendido que existe una disciplina que se llama la “geografía del trabajo” que estudia la relación entre el trabajador y su entorno geográfico, tema que sensibiliza mucho a los europeos por la cuestión de los flujos migratorios, pero que no es ajena a nosotros, porque hoy muchos trabajadores demoran tiempos extensos de ida y vuelta al trabajo: esos tiempos ni son productivos, ni permiten disfrutar de la vida personal y familiar.
·         Los expertos consideran que entre el 70 y 90% de los trabajos serán sustituidos por robots. El gran desafío es como intensificar el trabajo que coopera con los robots y al mismo tiempo como desarrollar nuevas formas de trabajo humano para ocupar a los desempleados (por ejemplo, la oportunidad de extender la idea del “trabajo verde”)
·         Ante la futura robotización no debemos olvidar que el trabajo de rutina es el más sustituible y en tal sentido la tecnología favorece la pérdida de trabajo humano rutinario.
·         También debe señalarse que las tecnologías pueden aumentar el horario de trabajo. El teletrabajo puede extender el trabajo de oficina, obligando a trabajar de dìa, de noche, solo los fines de semana, etc.
·         Las tecnologías permitirá – para bien y para mal – mezclar el tiempo de trabajo con la atención a los tiempos para atender asuntos personales y familiares.
·         La sustentabilidad deberá procurarse mejorando la calidad del trabajo: en este aspecto las tecnologías pueden colaborar para establecer mejores condiciones de salud y de vida de los trabajadores y mayor productividad.
·         Pero el trabajo de calidad no es solo una afirmación: es necesario desarrollar trabajo de calidad, abordando cuestiones como la atención a la salud y a las cargas familiares, el entorno físico, la intensidad de trabajo, las características del tiempo (se habla de working time quality), el entorno social, y por supuesto también las expectativas y las retribuciones del trabajador. Para medir la calidad del trabajo hay por lo tanto que abordar diversas dimensiones.
·         También el futuro y la sustentabilidad del trabajo están conectados con el modelo de seguridad social que queremos. La seguridad debe servir para todos, pero es puesta en crisis por diversas cuestiones: el crecimiento de trabajo atípico: un modelo individualista, basado en el trabajador exitoso; el creciente fenómeno migratorio a todos los niveles, la cuestión de los ilegales y en negro.(trabajo clandestino): los cambios en la estructura familiar, la mayor expectativa de vida y un aspecto que no es nuevo, pero que se reitera cada vez con mayor frecuencia en los diversos países: el fraude del usuario a las instituciones de seguridad social.
·         El tema del futuro del trabajo es también un tema de la gobernanza de las relaciones laborales y es necesario que los actores sociales se involucren en la cuestión para promover adecuadas políticas públicas para promover el trabajo del futuro y contener los riesgos de la robotización. Aquí veo tareas a realizar por parte de nuestro Consejo Superior Tripartito.
·         Finalmente todos los expositores coincidieron en un nuevo perfil del trabajador del futuro. Ya no son suficientes los conocimientos (a cualquier nivel de la educación pública o privada). Los estudios deben complementarse con el aprendizaje, con la construcción de un recorrido formativo en que cada sujeto vaya nutriéndose de la experiencia, del desarrollo de sus competencias (entendiendo por tales, habilidades y actitudes que acompañen sus conocimientos laborales), pero también de conocimientos que deriven de la multidisciplinariedad.. Como ha expresado nuestro colega Gerardo Cedrola, presente en el evento, el trabajo en la era digital se construirá sobre la creatividad. El trabajo del futuro – agrega – se base en el talento; ya no importan tanto los títulos y los diplomas, sino las competencias para hacer, crear, innovar o adaptarse a las nuevas formas de trabajar.

Aqui me quedo. El parlante ya anuncia que debo tomar el vuelo. Volveremos sobre el tema.

domingo, 9 de octubre de 2016

¿Que es la Industria 4.0?



La expresión “Industria 4.0” nace en Europa – más precisamente en Alemania - para indicar procesos productivos, en los que se mezclan la robótica avanzada, la acumulación de datos, los Cyber-Physics Systems (CPS) y el trabajo humano, con especial referencia a la industria manufacturares.  Aclaremos que por “CPS” entendemos procesos productivos, en que se integra la alta tecnología con actividades humanas: ejemplo de ellos son dispositivos médicos tecnificados, métodos de control de tráfico y seguridad, sistemas automotores avanzados; procesos de conservación de energía o control ambiental, control de infraestructuras críticas (electricidad, recursos naturales, sistemas de comunicaciones); trabajos robóticos (telemedicina), sistemas de defensa, etc. (cfr. SEGHEZZI, F.).
            Al. referirnos a la expresión “4.0”, estamos indicando una nueva etapa en el desarrollo de la evolución de la Web. El concepto de Web 1.0 se refiere a los sitios que tradicionalmente visitamos en Internet: “google” es expresión de esta etapa. La expresión Web 2.0  comprende aquellos sitios web que facilitan el compartir información y la interface con otros usuarios: este blog es precisamente un ejemplo de la Web 2.0. El término Web 3.0 hace referencia a la evolución del uso e interacción en la red, que ha desembocado en una auténtica web semántica o web de datos creada por los usuarios. Los grandes bancos de datos son ejemplo de esta tercera fase de la Web.
            La nueva locución "Web 4.0" (también llamada “web cerebral”) es expresión de una inteligencia colectiva, cuya principal particularidad es la de fusionar el mundo virtual y el mundo real. En esta nueva fase tecnológica nace un nuevo modelo de interacción con los usuarios, en el que las computadoras tendrán la potencia de procesar información más amplia que la de un cerebro humano.
            Los usuarios – es decir, nosotros – tendremos la posibilidad de estar presentes en todos los entramados sociales imaginables, aportando o recibiendo soluciones a nuestros problemas. Ya no será un cirujano el que decidirá el modo mejor de operar un tumor, sino que será la máquina (alimentada por millones de datos estadísticos) que indicará al cirujano como obrar ante determinada intervención quirúrgica.
 ¿Como afectará este nuevo avance tecnológico a las relaciones laborales? Evidentemente muchos de los tradicionales paradigmas del trabajo mutarán: la espacialidad y la temporalidad serán sustituidas por trabajos “a-espaciales” y “a-temporales”. Ello implicará una flexibilidad notable de los modos de trabajo tradicionales y la pregunta recurrente es si ello será bueno o malo. No pretendo tener los conocimientos para dar respuestas exhaustivas, pero intuyo por simple uso de razón que los que se prepararán para esta nueva fase de la producción sufrirá menos daños o podrán aspirar a mayores beneficios, que aquellos que imaginen las relaciones laborales detenidas en el tiempo.

            Así lo expresa el investigador italiano Francesco Seghezzi: El modelo del trabajador típico con funciones estandarizadas y rutinarias será marginal y destinado a ser sustituido en larga medida por la automatización. La nueva figura del trabajador estará caracterizada por elevadas competencias construidas a través de recorridos formativos individualizados en funciones específicas adaptadas a las empresas de la Industria 4.0.
            En mi aporte a las próximas XXVII Jornadas de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, expreso por mi parte: “Lo que pretendo transmitir – y espero no ser considerado un hereje - es que la realidad laboral está mutando. Los propios paradigmas del contrato de trabajo típico ceden ante las nuevas posibilidades de trabajo. La idea de la espacialidad y la temporalidad que rodeaban la fábrica y el tiempo de trabajo, son sustituidas cada vez con más fuerza por un modelo “aespacial” y “atemporal”, en que desaparece el lugar de trabajo y los tiempos fijos de labor. En mi concepto existe una tendencia en la doctrina del Derecho del trabajo actual de intentar comprimir las nuevas dimensiones del trabajo en viejos moldes industrialistas, con la esperanza que el “pasado” pueda dominar el “futuro”. Sin buscar ejemplos rebuscados, me parece que el chofer de UBER es la paradigmática definición de un trabajador que ha perdido vinculación con la fábrica y con el tiempo de trabajo, y sin embargo trabaja, necesita tutelas, procura ser dueño de sí mismo, aunque trabaje para otro”.
            Como ha expresado hace pocos días Tiziano Treu, Presidente de la Asociación Internacional del Derecho del Trabajo, “no estamos ante una época de cambios, sino ante un cambio de época”.

Para aclarar más sobre la Industria 4.0, agrego este documento elaborado en España por la empresa Siemens

El caso Siemens España