En el diario El Observador del 16 de octubre
pasado se anuncia que en dos
ministerios la mitad de sus funcionarios estarán en edad de jubilarse en este
período de gobierno. Por lo tanto se están preparando llamados para entrar al
Estado y se aplicará en la selección de postulantes la Inteligencia Artificial.
Si hace algunas semanas comentábamos
en nuestro post sobre los reparos que teníamos en la estrategia de los
armadores de la pesca, que anunciaban la contratación de personal a través una
plataforma digital (la llamada PIA), hoy vemos que el Estado va a seguir por el
mismo camino. Ello demuestra que la IA aterriza en todos los contextos
laborales: públicos y privados, de gobiernos de un signo o de otro, al norte o
al sur…
La nota periodística (autores Diego Cayota y Carolina Delisa) da cuenta
que la Oficina Nacional de Servicio Civil está trabajando
en innovar el portal Uruguay Concursa para agilizar los tiempos de los llamados
y hacer más eficiente todo el proceso de selección. En tal sentido el
presidente de la institución, Sergio Pérez, luego de anunciar que se prevé un 20%
de egresos en la plantilla de funcionarios por diversos motivos, entre ellos el
límite de edad, anuncia que Uruguay Concursa está incorporando la IA para
colaborar en la selección, ajustándola a los “perfiles requeridos”.
¿Cuáles
serán esos perfiles? ¿Se hará públicos? ¿Quién o quienes armarán el algoritmo para
diseñar los “perfiles requeridos”?
Son
todas preguntas que imponen reflexionar sobre el derecho a la transparencia
algorítmica, porque no siempre se informa sobre la existencia de perfiles,
muchas veces ocultos en el lenguaje digital. Y ello nos devuelve al tema sobre
el cual infructuosamente insistimos desde hace tiempo: la transparencia
algorítmica.
El
“derecho a la transparencia algorítmica” se expresa precisamente en la
posibilidad que los trabajadores y sus organizaciones sindicales puedan tomar
conocimiento de los datos que alimentaron los algoritmos para definir las
decisiones de la IA. Para ello, los responsables de la selección (en el caso, la
ONSC) deberán ofrecer la necesaria información para poder comprender de modo
claro y simple los requerimientos que se introducen en la lógica digital y que
no siempre están presentes en los requisitos publicados en los llamados.
Debemos tener
presente que en la actuación de la IA es posible establecer barreras,
que a pretexto de objetivar las decisiones del empleador (en ese caso,
empleador público), pueden ocultar sesgos que quiebran el principio de la
igualdad y/o perpetúen los estereotipos existentes, ensanchando así la
segregación social.
Ello no
necesariamente obedecerá a propósito ilegítimos. Muchas veces la construcción
de los algoritmos selectivos obedece a juicios propios de una cultura incrustada
en la sociedad que prejuzga sobre trabajos reservados a
los hombres y trabajos para las mujeres, aquellos para los jóvenes y de
aquellos para quienes ya no son jóvenes. etc., etc.
No nos oponemos a
la propuesta que hace la ONSC sobre el uso de la IA para la selección de
futuros trabajadores. Es más, entendemos que ésta es la oportunidad para
mostrar la transparencia de los datos que alimentan el algoritmo en un proceso
donde la consulta sindical es sin duda preceptiva.
Entendemos que en
circunstancias tan relevante como ésta, es necesario acordar reglas en consulta
con las organizaciones de trabajadores a los efectos de conocer en forma concisa e
inteligible, con un lenguaje claro y sencillo, la construcción y operativa de
la IA. El podría inspirarse en textos como el Real Decreto ley español N° 9/2021, que introduce en
el Estatuto de los Trabajadores de ese país el derecho de los Comités de
Empresa a:
ser informados por la empresa de los parámetros, reglas e
instrucciones en los que se basan los algoritmos o sistemas de inteligencia
artificial que afectan a la toma de decisiones que pueden incidir en las
condiciones de trabajo, el acceso y mantenimiento del empleo, incluida la
elaboración de perfiles.
Ello
implica también que las organizaciones para poder conocer la analítica de los
datos usados y la lógica de funcionamiento de la IA, deberán contar con
técnicos informáticos, que sepan “leer” la información digital.
Un
nuevo desafío nos espera por lo tanto en materia de IA y de transparencia
algorítmica. Ojalá que todos aprendamos de él.
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