Para los que aprendimos “Relaciones Laborales” - de un lado y del otro del mostrador -, Edgar Morin es un referente. Como bien saben aquellos docentes y estudiantes (hoy Licenciados) que empujaron la construcción de la carrera a partir del año 2000, las ideas del filósofo francés - y en especial sus reflexiones sobre “El pensamiento complejo” - fueron centrales en el desarrollo y la consolidación de nuestra ambiciosa meta. “La realidad es compleja - afirma Morin -, los fenómenos son complejos y no se pueden explicar a través de afirmaciones radicales, las que pueden conducir a visiones parcializadas de la realidad”. Eso es precisamente los que ocurre en las relaciones laborales, donde hay que evitar las afirmaciones radicales. “Un pensamiento mutilante agrega - conduce, necesariamente, a acciones mutilantes... La hipersimplificación ciega a la complejidad de lo real”.
Morin hoy tiene 99 años y ya se acerca a la meta del siglo, sin perder la sabiduría y la sonrisa. Sigue conservando su lucidez y su humor; sigue mirando para adelante con brillo y sabiduría. El mes pasado ha realizado las siguientes declaraciones a la prensa, que - en homenaje a su autor - consigno en este blog:
“... Me sorprendió la pandemia, pero en mi vida estoy acostumbrado a ver suceder lo inesperado. La llegada de Hitler fue inesperada para todos. El pacto germano-soviético fue inesperado e increíble.
El inicio de la guerra de Argelia fue inesperado. Solo viví para lo inesperado y la costumbre de las crisis. En este sentido, estoy viviendo una nueva y enorme crisis que tiene todas las características de la crisis. Es decir, despierta por un lado la imaginación creativa y despierta miedos y regresiones mentales. Todos buscamos la salvación providencial, pero no sabemos cómo.
Tienes que aprender que en la historia sucede lo inesperado y volverá a ocurrir. Pensamos que vivíamos de certezas, estadísticas, previsiones y la idea de que todo estaba estable, cuando todo ya empezaba a entrar en crisis. No nos dimos cuenta. Hay que aprender a vivir en la incertidumbre, es decir, a tener el coraje de afrontar, de estar dispuesto a resistir las fuerzas negativas.
La crisis nos está volviendo más locos y sabios. Una cosa y otra. La mayoría de las personas pierden la cabeza y otras se vuelven más lúcidas. La crisis favorece a las fuerzas más opuestas. Ya sean las fuerzas creativas, las fuerzas lúcidas y las que buscan un nuevo camino, las que son imprescindibles, aunque todavía estén muy dispersas y débiles. Puede que estemos indignados con razón, pero no debemos dejarnos llevar por la indignación.
Hay algo que olvidamos: hace veinte años se inició un proceso de degradación en el mundo. La crisis de la democracia no es solo en América Latina, sino también en los países europeos. El dominio del beneficio ilimitado que controla todo está en todos los países. Lo mismo ocurre con la crisis ecológica. La mente debe afrontar las crisis para poder dominarlas y superarlas. De lo contrario, somos las víctimas.
Hoy vemos cómo se arraigan los elementos del totalitarismo. No tiene nada que ver con el siglo pasado. Pero tenemos todos los medios para monitorear: drones, teléfonos celulares, reconocimiento facial. Existen todos los medios para crear un totalitarismo de vigilancia. El problema es evitar que estos elementos se unan para crear para nosotros una sociedad totalitaria e inhabitable.
En vísperas de mi centésimo cumpleaños, ¿qué puedo desear? - concluye - Quiero fuerza, coraje y claridad. Debemos vivir en pequeños oasis de vida y hermandad...".
¡Un privilegio seguir aprendiendo de sus palabras!