martes, 28 de septiembre de 2021

MODA, “MARCA” Y EXPLOTACIÓN LABORAL

        La palabra “moda” tiene muchas proyecciones positivas en nuestra cultura de consumo: imaginamos desfiles glamorosos, ropa de marca que nos encantaría comprar, equipos deportivos con prestigiosas etiquetas. Pero detrás de esa palabra tan atrayente, se esconde una de las industrias globales de mayor explotación laboral, y al referirnos a ello, estamos hablando especialmente de explotación de la mujer trabajadora.
Hoy en la industria global de la confección, más del 80% de las personas trabajadoras son mujeres, y el 75% de ellas sufre regularmente violencia de género en las fábricas. Como ha expresado la OIT en el Informe de 2016 sobre las cadenas mundiales de suministro en el sector de la vestimenta, las mujeres trabajan en los segmentos con salarios más bajos, carecen de acceso a medidas de protección social en general, y de la maternidad en particular, y sus oportunidades profesionales son limitadas.
        Cuando decidimos comprar ropa “de marca”, ¿reflexionamos sobre este tema? ¿Actuamos como consumidores conscientes o nos dejamos arrastrar por el deseo de presumir con esa prenda? Es bueno tener conciencia que en una sociedad global los consumidores pueden adoptar posiciones activas, para boicotear aquellos productos que se elaboran sin respetar los derechos laborales fundamentales. Los consumidores pueden por ejemplo aprender a comprar de forma más responsable en defensa de las tutelas laborales, aunque es cierto que para ello es necesario un sentido alto de solidaridad social.
Este tema me ha sido asignado en una exposición que tuve a mi cargo en el reciente Congreso de la Academia Iberoamericana y la Academia Brasilera, de Derechos del Trabajo y la Seguridad Social (27/09/2021). La preparación del tema, me llevó a concentrar mi estudio en la ONG  “Clean Clothes” (denominada en español Ropa Limpia), que organiza campañas (Clean Clothes Campaign) con el apoyo solidario de consumidores y sindicatos, para mejorar las condiciones de las personas empleadas en la industria global de la confección, que como dije son en su gran mayoría mujeres. La organización está presente en 17 países europeos y colabora con más de 200 organizaciones de trabajadores y trabajadoras de todo el mundo.
“El modelo económico actual de la industria de la moda, basado en la deslocalización de la producción textil a gran escala y la maximización de beneficios, pone en manos de las empresas multinacionales la mayor parte del pastel de este ingente negocio”, expresa la Organización. Las grandes transnacionales de la moda “marcan los precios a pagar a proveedores y subcontratistas, definen los plazos de entrega y órdenes de pedido, deciden dónde envían la producción, buscando siempre los menores costos laborales… Este modus operandi se traduce en peores condiciones de seguridad, jornadas laborales abusivas, sueldos de pobreza, ausencia de prestaciones sociales”.

Luego del derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh (en el que fallecieron por lo menos 1.134 personas), la ONG presionó de tal forma al gobierno local y a las principales empresas textiles que logró firmar el 15 de mayo de 2013 un acuerdo sobre incendios y seguridad en las construcciones en Bangladesh, al que adhirieron marcas globales, minoristas tercerizados y sindicatos.



La buena noticia es que el 1° de setiembre de 2021 entró en vigor el nuevo “Acuerdo Internacional para la Salud y Seguridad en la Industria Textil y de la Confección”, firmado por la ONG Rompa Limpia y las marcas que libremente decidan hacerlo.
El nuevo “Acuerdo de Bangladsh ha sido firmado por  80 marcas internacionales de ropa, como sucesor del “Acuerdo de Bangladesh”, pero Ropa Limpia va por más. Pero, ¿cual es su estrategia? La Organización publica a través de amplias redes internacionales publicidad donde se individualizan las marcas que han firmado el acuerdo y aquellas que no lo han firmado. De ese modo, podemos tomar nota que firmaron el acuerdo marcas como: H&M, Inditex (Zara), C&A, Tommy Hilfiger, Calvin Klein), Uniqlo y Esprit. Mientras que no firmaron el acuerdo (... o aún no lo firmaron) las empresas Boss, Wallmart, Lewis, Timberland, The North Face, Amazon, Mango y Adidas.



Como ha destacado otra organización de consumidores – la europea Oxfam, de origen británico – nosotros mismos, como consumidores, podemos volvernos un actor clave en el cambio de las condiciones de trabajo de los productores, porque con nuestros actos de compra podemos provocar un cambio real hacia un comercio justo con condiciones laborales decentes. En ese línea el Acuerdo de Bangadesh no impulsa actuar con más responsabilidad en nuestras compras, porque en una sociedad de consumo también hay espacios para actuar con responsabilidad.